jueves, 28 de junio de 2012

Quiero que me rescaten

A quien corresponda:

Muy señores míos. Estoy leyendo estos días toneladas de información sobre el rescate a la banca. En mi humilde entendimiento, este rescate de lo que va es de que nuestros bancos no tienen dinero para hacer frente a sus obligaciones a corto/medio plazo por lo que, o alguien se lo presta , o se van al garete. Se supone que, a pesar de que tienen sus cuentas como las tienen, con ese dinero los gestores  serán capaces de generar más negocio que les permitirá, a su vez, generar los ingresos y beneficios suficientes como devolver el dinero que ahora les van a prestar. El rescate es obligado por la cantidad de personas que se pueden ver afectadas en caso de que estas entidades terminen por quebrar.

Pues bien. En nuestro caso, a diferencia de las entidades financieras, el problema no viene por una pésima gestión del negocio, ya que yo no nos hemos dedicado a darle crédito alegremente a nuestros clientes sin preocuparnos de los problemas que nos podríamos encontrar si no lo devolviesen como les ha pasado a loas bancos. No, nosotros no hemos dado más crédito que el indispensable y ninguno de nuestros queridos compradores nos ha fallado en ese sentido. Tampoco en la época de las vacas gordas nos hemos forrado. El negocio es un comercio modesto que da para ir tirando de una forma más o menos digna y, desde luego, donde no hay espacio para bonus multimillonarios. Lo hemos gestionado lo mejor que hemos podido y sabido pero ahora nos vemos inmersos en una tremenda crisis en la nuestra clientela habitual dispone de menos dinero para comprar.  Al que no se ha quedado en paro, le han bajado el sueldo y el que no ha sufrido ni una cosa ni la otra está acongojado (realmente había escrito otra cosa) pensando en que le puede pasar. En resumen, que las ventas han bajado de una forma significativa.

El negocio que regentamos es un negocio muy estacional, en el que en estos 3 próximos meses las compras supone más del 60% del total anual. Con algunos proveedores tenemos crédito pero, en general, nos toca pagar a tocateja cuando nos sirven el material, si no antes. Con la bajada de las ventas nuestra tesorería ha disminuido de forma muy importante por lo que nos las vamos a ver y desear para poder hacer frente a todos esos pagos y poder seguir prestando nuestros servicios a los clientes y por eso nosotros también necesitamos que nos rescaten.

De la misma forma que a las entidades financieras, queremos que nos concedan unos créditos a devolver a largo plazo que nos permitan hacer frente a las compras que se nos vienen encima y que, a diferencia de ellas, podremos devolver cuando hayamos vendido la mercancia. Lo de que el crédito sea a largo plazo (quizás sólo a medio) es porque con lo complicada que está la cosa, aunque seamos capaces de vender todo el stock, el volumen de negocio de este año va a ser menor que el de los anteriores, así que ese crédito nos dará aire para poder comer mientras salimos de la crisis. Por supuesto, nos comprometemos a ser también más eficientes y reduciremos todos los consumos que estén a nuestro alcance aunque ello suponga no poner el aire acondicionado en verano o la calefacción en invierno. Nos comprometemos a hacer que todo lo que esté en nuestra mano para acelerar la devolución de esos préstamos. Por otro lado, en cuanto al impacto que puede tener nuestra quiebra, pues a escala diferente por supuesto, nuestro negocio nos da de comer no sólo a nosotros sino también a nuestros hijos y supone, también, una parte importante de ingresos para alguno de nuestros proveedores. Es decir, como en el caso de las entidades financieras, la quiebra de nuestro negocio supone, también, daños a terceros que se pueden evitar si nos rescatan.

Sin embargo, hay algo que nos diferencia de las entidades financieras en proceso de rescate. Nosotros no hemos contribuido a crear ninguna burbuja que, al explotar, no sólo nos ha afectado a nosotros sino a toda la sociedad. El motivo de la crisis de nuestra empresa no es derivado de nuestra gestión sino, curiosamente, de la de los gestores de esas entidades financieras en rescate. Ellos no han sido capaces de pilotar su trasatlántico y están a punto de hundirlo. Al hundirse, todos los barquitos pequeños que estábamos alrededor, con las turbulencias del hundimiento, nos estamos yendo a pique pero mientras que en su ayuda acude toda la flota al rescate, de nosotros nadie se acuerda. Ellos no se hundirán y los capitanes seguirán al frente de sus flamantes buques con su chaqueta de botones dorados y gorra blanca. Nosotros nos quedaremos flotando agarrados a una tabla después de haber perdido todo lo que teníamos.

Pero eso, estimados señores que mandan, no es justo y por eso les ruego que activen un rescate de las pequeñas y medianas empresas de este país. Porque nosotros somos los que creamos un valor real y no un valor financiero ficticio. Porque nosotros no vendemos hipotecas a quien no puede pagarlas sino que, por la cuenta que nos trae, nos aseguramos de vender aquello que se puede comprar (dejaré al lado el caso de las administraciones públicas como clientes). Porque nosotros no nos inventamos productos derivados compuestos de otros derivados de valores subyacentes que se apoyan en otros derivados. No, nosotros vendemos nuestro trabajo.

Comentando esto con un amigo me decía que es que, precisamente, los bancos nacionalizados servirán para eso, para que el estado pueda conceder créditos a empresas como la nuestra a la que los bancos privados no quieren ni recibir. No dudo que esa sea la estrategia pero me aterroriza. Primero porque los gestores de los bancos siguen siendo, en su mayoría, los mismos (vale ha cambiado la cabeza pero bajando uno o dos niveles ya los cambios son sólo de sillas). Segundo porque para cuando esos bancos nacionalizados hayan recompuesto su casa y estén en disposición de poder empezar a rescatar pequeñas empresas, seguramente, ya no tendrán a nadie con quien hacerlo. Por todo ello, no quiero que me rescate un banco rescatado por haber hecho las cosas mal. Igual que a ese banco, que no se lo merece, yo quiero que me rescate también el estado.

Quedo a la espera de sus noticias.