sábado, 5 de enero de 2013

Juan Carlos y su apuesta por la transición

Hoy el nuestro monarca cumple 70 años y ayer Jesús Hermida le hizo una entrevista en televisión. No la vi, pero por lo que he oído y leído parece enmarcada en una campaña de limpieza de la imagen del rey después de sus propias meteduras de pata y de los disgustos que le han dado sus yernos. Pensé que en TVE estaba prohibida la publicidad pero, como se trata de una institución del estado, supongo que no cuenta como tal. En cualquier caso, este post no va de la entrevista sino de las reflexiones que he estado haciéndome a raiz de la misma relacionadas con la figura de Juan Carlos y de su rol en la transición.

Cuando uno pregunta a alguien si es monárquico es bastante frecuente que te responda que no, que él no es monárquico, que es juancarlista. Sí, Juan Carlos, a pesar de sus meteduras de pata de elefante, sus "supuestos" affaires extramatrimoniales y demás hazañas, sigue manteniendo un gran apoyo de personas que le consideran como el hombre -sí, este rey, al menos, ya no es divino- que hizo el gran sacrificio de renunciar a todos los poderes que Franco le había concedido a su muerte y cederlos al pueblo en un alarde de generosidad y espíritu democrático. Juan Carlos nos devolvió la democracia y hay que estarle infinitamente agradecidos por ello. Bien, la primera parte de esta última frase es cierta pero, desde mi punto de vista, no tanto la segunda. No hay que estar agradecidos ¿por qué?.

El rey puede ser algo torpe físicamente -sus reiterados accidentes no dicen otra cosa- pero tonto no es. Pongámonos en sus zapatos en el año 75 cuando se muere Franco y el pasa a ser "jefe del estado a título de rey" con todo el poder en sus manos. Yo me lo imagino reflexionando en un sillón en el Palacio de la Zarzuela -o quizás mientras le pega un tiro a un venado- y analizando las posibles alternativas que se le plantean ante el futuro. Básicamente dos: mantener todo el poder tal cual está en ese momento o abordar una transición hacia la democracia. Rápidamente, como inteligente que es, se da cuenta de que la primera es completamente inviable. Por un lado él no es un jefe de estado surgido de una revuelta militar al que todos los estamentos del ejército respetan como caudillo de los ejércitos por lo que mantener el apoyo de los militares a largo plazo puede ser una ardua tarea, es más, corre el riesgo de llegar a convertirse en una marioneta de algún general que se convierta en el jefe del ejército "de facto". Por otro lado, las dictaduras en países más o menos desarrollados, y él en ese momento es un dictador, están abocadas a la desaparición. Difícilmente una monarquía dictatorial podrá mantenerse a largo plazo en Europa. Los movimientos sociales son muy intensos, en la calle se nota que la población ya no quiere más dictatura. Los españoles estamos aburridos de que "África empiece en los pirineos" y queremos ser europeos de pleno derecho y con plenos derechos... En resumen, intentar mantenerse como jefe del estado con plenos poderes es una aventura abocada al fracaso y que le habría conducido, seguramente, a tener que hacer las maletas como su abuelo, y partir rumbo al exilio antes o después. También como su abuelo, en esa situación, se habría ido casi con lo puesto.

En cuanto a la otra alternativa, la de dar paso a una democracia, sin que sea un camino de rosas porque seguramente los militares no le van a hacer las cosas fáciles, sí que se antoja mucho más viable. Juan Carlos no tiene más que fijarse en sus pares europeos y ver cómo viven sus colegas reales del Reino Unido, Holanda, Suecia, Dinamarca, ... Ninguno de ellos ostenta más que un poder meramente representativo y todos viven muy bien sin grandes problemas ni quebraderos de cabeza. Ninguno de ellos está cuestionado y ninguno de ellos tiene el más mínimo temor a que de pronto se le planten los tanques en la puerta de casa o a que las turba en la Puerta del Sol le obliguen a tomar las de Villadiego. El camino está claro, no hay mucho que pensar: Juan Carlos se convierte, sin dudarlo un momento en el abanderado del viaje a la democracia. Como decía, no será fácil porque la inercia militar no le va a facilitar las cosas, pero sabe que su aventura va a gozar de un gran apoyo internacional que supone, en gran medida, un seguro para él.

Juan Carlos no hizo otra cosa más que seguir el camino más fácil y seguro de los que se le planteaban ante él así que, por eso es por lo que creo que lo de su apuesta personal por la transición a la democracia no deja de ser un tanto exagerado. La -supuestamente- difícil elección de Juan Carlos no lo fue tanto realmente y lo cierto es que los réditos no han estado nada mal. Hay una frase atribuida al rey que dice algo como "si me echan no me iré con los bolsillos vacios como mi abuelo" y, efectivamente, parece que los bolsillos vacios no los tiene y, además, encima no se ha tenido que ir a ningún sitio. Creo que esta reflexión la ha hecho poca gente y menos los autodenominados "juancarlistas".

Buenos días y Feliz 2013 a todos.



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