Leo los comentarios en Twitter de Juan López de Uralde y me llegan los de Andreu Buenafuente sobre los problemas que las imperfecciones de la transición nos han traído a nuestros días y mi primera reacción es la de "qué oportunidad para quedarse callados". Mi opinión sobre la transición ya la he escrito en este blog anteriormente y es similar a la que expresan ambos pero difiero de ambos de dos cosas: la oportunidad del comentario y la responsabilidad de que la transición no se haya cerrado completamente.
Creo que no queda duda de que Adolfo Suárez jugó un papel fundamental en la transición de la dictadura a la democracia y que sin su impulso no se habría llegado a dónde se llegó. Impulsar la reforma política, obligar a los procuradores a votar públicamente, legalizar el PCE y enfrentarse a todo el ejército por ello -incluso enfrentarse al rey por ello- son acciones que no habrían sido posibles sin una gran dosis de audacia. Adolfo Suárez no tenía ninguna necesidad de ir tan lejos como llegó. Si todo hubiese sido por su pura ambición personal, una vez alcanzado el poder, podría haberse quedado en algo mucho más "light" sin necesidad de meterse en tantos sembrados como se quedó. Que le gustaba el poder está claro pero que tenía una cierta dosis de visionario demócrata irresponsable pues yo, personalmente, creo que también. Por más que la actuación de Suárez tuviese sus sombras, las referencias de Uralde y Buenafuente en este momento creo que están totalmente fuera de lugar. A Suárez le debemos mucho, respetemos su memoria estos días y dejemos los análisis para más adelante.
Por otro lado, es curioso cómo la perspectiva con la que uno ve las cosas cambia con los años. Yo en el 82 voté a Felipe González. No sólo le voté sino que, con mis 18 años recien cumplidos, salí con una bandera española a pasear por las calles de Madrid para celebrar su triunfo lo que, dichos sea de paso, me valió una gran bronca de mi madre al volver a casa. Con mi recien estrenada capacidad de voto, para mí Felipe era el futuro, era el cambio que de verdad necesitaba España... como decía, como cambia la opinión con los años. Coincido con Uralde y Buenafuente en la imperfección de la transición pero difiero en de quién es la responsabilidad de aquello. Para mí, la responsabilidad de que de "aquellos polvos hoy tengamos estos lodos" como decía Buenafuente no es de Suárez. En cualquier reforma doméstica siempre se produce mucho polvo pero cuando hacemos una en casa, no es el albañil el que lo limpia. No, la responsabilidad del albañil es la de hacer la reforma, la de limpiar es la del que vive después en la casa. Siguiendo el símil, para mí, Suárez fue el albañil a quién no se puede culpar de haberlo dejado todo lleno de polvo. Los que vinieron después, Felipe a la cabeza, son los que no limpiaron bien aquello para asegurar que la casa quedase habitable. Con Felipe llegaron los pactos con los nacionalistas, la guerra sucia, la corrupción, ... Después vinieron otros pero tampoco se preocuparon mucho por limpiar aquellos polvos que habían quedado. No sólo no los limpiaron sino que se encargaron de generar bastante más. Qué nuestra transición no fue perfecta está claro, que muchos de los problemas actuales tienen su orígen en ella es posible, pero no le culpemos a Suárez que es, seguramente, el que menos responsabilidad tiene de que hayan llegado hasta nuestros días.
Buen día a todos.
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