miércoles, 13 de julio de 2011

Pasarán más del mil años muchos más...

"Pasarán más de mil años muchos más..." así empieza una canción que me venía a la cabeza cuando escuchaba los planteamientos del Partido de Internet esta tarde en un evento sobre Innovación en la Democracia en #Innosfera. Seguramente, lo de los mil años es una exageración pero aún así lo que he escuchado me ha parecido más propio de una utopía que de álguien que de verdad quiere aportar algo.

El Partido de Internet plantea la puesta en marcha de una herramienta que permita una representación más directa de los ciudadanos en el Parlamento. La verdad que no me ha quedado muy claro cómo lo quieren hacer porque el representante de este partido ha dicho que ellos sólo facilitan el voto pero no la elaboración de las propuestas. El argumento es que como van a sacar pocos representantes (!!!) no van a tener posibilidad de presentar iniciativas. Es decir, su solución vale para cuando tengan un número reducido diputados. A partir de esa plataforma -que ellos facilitan para que la opinión de los ciudadanos sobre las diferentes iniciativas legislativas fluya hasta el parlamento- se monta un sistema que me ha costado entender sobre expertos en las diferentes materias en los que los ciudadanos delegan sus votos y que son los que, a su vez, votan a favor o en contra. Como supongo que expertos habrá más de uno, a su vez, también supongo que, entre ellos, votarán y su resultado será lo que el supuesto diputado o diputados del PdI votarían llegado el momento. Muy farragoso la verdad. Debe ser que cómo es la primera vez que escucho sus planteamientos no he sido capaz de entender bien el funcionamiento.

Sin embargo, mi desalineamiento con el PdI no tiene nada que ver con cómo canalizan esa participación (sin entenderla no puedo disentir) sino con el hecho de que la sociedad española -seguramente la de cualquier país en el mundo- no está preparada para estos cambios. Al final de la sesión he preguntado que "qué pensaban hacer con los ciberanalfabetos" que son muchos. Y por ciberanalfabetos no me refería tanto a gente que no sepa emplear internet sino a todos aquellos que están apartados de las redes sociales que son muchos. El problema no es que sean muchos hoy, es que seguirán siendo muchos en el futuro porque las redes sociales suponen un cambio importante en los patrones de comportamiento de las personas que a mucha gente le costará adoptar. Y no se trata únicamente de gente con bajos niveles de formación. La respuesta a mi pregunta ha sido que habían pensado sobre ello y que podría haber voluntarios que ayudasen a las personas con dificultades. También al final del acto se me ha acercado una persona, supongo que del PdI también, que me ha dicho con mucha seguridad "la solución al problema son cajeros automáticos". Pues no, ni voluntarios ni cajeros, ninguna de las dos opciones soluciona el problema. El problema es que todo el proceso se basa en la utilización de redes sociales, a través de las cuales, las personas se relacionan con los expertos que harán llegar su voto al parlamento. Pero estos ciberanalfabetos no saben cómo hacerlo, es decir, el problema no está sólo en el momento de votar. Si el voluntario o el cajero sirve también de interfaz con el experto para el intercambio de información previo al voto entonces "Houston we have a problem", ¿cómo vamos a garantizar que esos voluntarios no influirán en la decisión de los ciberanalfabetos?.

Resumen, que creo que me ha quedado un poco liado. La democracia líquida, que es como le llaman, es sólo aplicable a gente versada en internet y redes sociales y lo que no puede ser es una democracia que excluya a un porcentaje muy elevado -demasiado elevado de hecho- de sus ciudadanos. Así que cada cuál haga lo que quiera, pero creo que mi voto no lo van a tener.

Por lo demás la sesión sobre Innovación en la Democracia ha estado bien. Dos peros sin embargo. Uno para la organización: Los miembros del panel, en mayor o menor medida compartían planteamientos así que faltaba alguien que diese el contrapunto. Por motivos que no vienen al caso tuve la oportunidad de discutir sobre este mismo tema con una familiar que es doctora en ciencia política y que me aportó un buen número de argumentos sobre los motivos por los que la participación ciudadana tampoco debería incrementarse de forma exagerada. No digo que compartiese todos pero sí que dichos argumentos existen.

El otro pero para los ponentes. Creo que están poniendo el carro delante de los bueyes. Están pensando qué herramientas implantar para mejorar la participación ciudadana cuando no existe un modelo de participación ciudadana que haya sido analizado en profundidad. Qué quieren que diga pero a mí lo de poder decidir sobre cualquier decisión de gobierno me asusta un poco porque pienso en el símil de la medición de audiencias de las cadenas de televisión y su influencia sobre la programación. Vamos, que me imagino una autopista que se deja de construir después del primer episodio, perdón, del primer kilómetro. Está claro que la tecnología permite una interacción mucho más intensa pero eso no quiere decir que sea bueno, para poder gobernar es necesaria una cierta estabilidad.  Una vez que hayamos decidido el qué queremos hacer, ya veremos el cómo.

Y ya para finalizar un pegote de mi cosecha que no sé si encaja mucho o no. Si queremos innovar en nuestra democracia lo que necesitamos es cambiar nuestra constitución. Nadie de menos de 53 años ha podido opinar sobre ella y los mayores de esa edad tampoco han podido decir si les sigue pareciendo bien o mal. El sistema de partidos, las autonomías, el derecho al trabajo o a la vivienda... todo tiene su base en la Constitución del 78. Revisémosla y después ya veremos cómo nos aprovechamos de la tecnología para introducir los cambios.


Un saludo a todos

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