El viernes tuve la oportunidad de escuchar la entrevista que te hicieron en la Cadena Ser sobre el documental que has realizado "Asier y yo", en el que relatas como uno de tus mejores amigos de la infancia decidió integrarse en ETA. Cuando Gemma Nierga empezó a introducir el tema me pareció algo muy interesante. Es una situación por la que seguramente mucha gente en el País Vasco ha pasado y conocer cómo se vive creo que puede aportar mucho a acabar definitivamente con el problema. Lamentablemente, a medida que empezaste a contar la historia, todas mis expectativas se vinieron abajo. Durante este fin de semana he vuelto a escucharla otra vez con más tranquilidad, aprovechando para tomar nota de lo que ibas diciendo.
Gran parte de tus argumentos alrededor de Asier están relacionados con su condición de ser humano. Dices "...hay una tendencia a no profundizar en ciertos aspectos y a deshumanizar a
las personas que también... que son humanas como nosotros por más que
no estemos de acuerdo con las decisiones que puedan tomar o las
decisiones o incluso las acciones..." y más adelante "Asier es una persona como cualquier otra que ha tomado una decisión con
la que mucha gente no estará de acuerdo pero Asier tiene los
sentimientos que tiene todo el mundo". No quiero entrar en una disquisición filosófica sobre lo que significa ser humano. Soy ingeniero, ni filosofo ni psicólogo. Pero no, para mí Asier no es un ser humano. No me malinterpretes, no quiero decir con ésto que no tenga todos los derechos y que como tal debe ser tratado, pero será así porque los que sí somos seres humanos somos los demás, no porque lo sea él. Hace tiempo leí que los terroristas son capaces de desprenderse de toda la empatía con sus víctimas, es decir, que para ellos matar a una persona sea militar, policia, concejal o ciudano de a pie, sea adulto o niño, no supone más esfuerzo que el de matar a una mosca que nos molesta. Un terrorista, cuando comete un atentado no se plantea el daño que va a causar. Para él si la víctima muere o sufre amputaciones o si sus hijos quedan con secuelas sicológicas tiene el mismo efecto que el de lavarse las manos después de matar la mosca. No, Asier no tiene los sentimientos que tiene todo el mundo porque si los tuviese jamás podría plantearse haber seguido el camino que siguió. Afirmaste "...hay una tendencia a no profundizar en ciertos aspectos y a deshumanizar a
las personas que también... que son humanas como nosotros por más que
no estemos de acuerdo con las decisiones que puedan tomar o las
decisiones o incluso las acciones..." con una tranquilidad tal que no podía dar crédito a mis oídos. No, la verdad que nunca podré estar de acuerdo con alguien que empuña un arma para pegarle un tiro en la nuca a otra persona o que pone una bomba en los bajos de un coche dándole igual quién vaya dentro y si van a morir o van a quedar con taras de por vida. Y no, no le deshumanizo yo, se deshumaniza él sólo. "Se puede ser amigo de un terrorista? Bueno, yo lo soy". Supongo que ahí radica la diferencia. Tú antepones la amistad a la racionalidad, te planteas la amistad como un dogma de fe que está por encima de todo. Será porque no creo en los dogmas de la fe por lo que tampoco puedo pensar que alguna vez sería amigo de un terrorista. No, ni de un terrorista ni de un pederasta que fue el otro ejemplo de "humanidad" que ponías.
Supongo que, dicho esto, me situarás del lado de los inmovilistas, intransigentes que sólo piensan en poner palos en las ruedas para que la situación del País Vasco pueda tener una solución definitiva. Que soy uno más de los que clama venganza. Bueno, pues si piensas eso, no sabes lo confundido que puedes llegar a estar. Yo considero que, efectivamente hay que dialogar para encontrar una salida pero en un momento dado de la entrevista te preguntan "...en algún momento en este documental él muestra arrepentimiento?" y tu contestas sin titubear "No, no lo muestra." ¿Diálogo? ¡Claro! Pero un diálogo honesto por ambas partes. Dialogar con alguien que considera que matar a 21 personas en Hipercor está justificado es imposible porque él no dialoga con las palabras, él dialoga con una pistola encima de la mesa: "o este diálogo termina como yo quiero que termine o empiezo a disparar de nuevo". No, eso no es diálogo, es una pantomima. Y la única forma de que haya diálogo es que los terroristas se arrepientan, pero no de boquilla, sino de corazón porque sólo en ese momento recuperarán su condición de humanos y entonces se podrá hablar de igual a igual. Hay un momento en la entrevistra que dices "entiendo que hablando las personas se entienden". Sí, es verdad, estoy de acuerdo. Pero no es lo mismo cuando uno de los que está hablando tiene una bomba lapa en su mochila preparada para colocarla debajo de un coche. No, eso no es hablar. Tú mismo pierdes la razón. Tú quieres hablar con todo el mundo para explicar por qué Asier es tu amigo y por qué a pesar de que hizo lo que hizo y es lo que es tenemos que aceptar que es humano y entender sus motivo. No Aitor, el problema es que si esas mismas razones se las preguntamos a Asier nos contestará con una pistola en la mano.
En fin, ya te digo que cuando escuché la introducción de la entrevista me pareció un tema interesante pero a medida que avanzaba la misma fuiste perdiendo toda la credibilidad que habías ganado en el minuto 1. Tú intentas vestir tu documental como un esfuerzo por intentar explicarnos la situación de Asier y por qué tomo ese camino pero, la verdad es que no es así. Mi querido Aitor, tu documental no es eso que tú te piensas. Tu documental es un intento por lavar tu conciencia de cómo puedes ser amigo de un asesino y vivir con ello. Es un intento tuyo desesperado por encontrar una salida a ese laberinto -un agujero negro ralmente- en el que te encuentras. Como tú dices "... y además es mi amigo, y si es mi amigo será por algo."
Un saludo,
Javier Pérez
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