Cuando te pasa la primera vez, dudas. Cuando te pasa la segunda vez en tres semanas llegas a una certeza: Hay trenes en Renfe Cercanías de Madrid que no pasan. No es que lleguen retrasados, es que no pasan porque el siguiente pasa exactamente a la hora prevista.
El otro día estábamos esperando en Nuevos Ministerios a que pasase un tren de la línea C3 procedente de Sol camino hacia el noroeste. Habíamos llegado como 10 minutos antes de la hora así que no había duda de que el tren hubiera podido pasar antes. Nos sentamos a esperar y por allí pasaron trenes con destino a Colmenar, San Sebastián de los Reyes,... pero destino Cercedilla o El Escorial, ninguno. Una vez llegamos a la conclusión de que el tren no iba a venir decidimos cambiar de andén y coger el que venía desde Recoletos y que seguía después la misma ruta. Nos quedó la duda de si no nos habríamos confundido de andén por aquello de que, para facilitar las cosas, en Nuevos Ministerios los trenes que vienen hacia la sierra pasan por dos andenes diferentes según de qué línea sean.
Hoy nos ha pasado lo mismo pero sin posibilidad de error en el andén ya que estábamos en Sol y allí sólo hay uno en cada sentido. El tren supuestamente tenía que pasar a las 17:19 y de nuevo hemos visto llegar y marcharse trenes con destino a Colmenar, San Sebastián de los Reyes... pero rumbo noroeste ninguno. Cuando hemos llegado a la conclusión de que ya no iba a pasar hemos cogido uno hasta Chamartín donde como vienen trenes de los dos "túneles de la risa" hay mayor oferta y, quizás tendríamos que esperar menos. Una vez en Chamartín nos tocaba esperar 20 minutos así que le he dicho a mi acompañante que íbamos a emplear el tiempo poniendo una reclamación. Hemos ido a Atención al Cliente donde, al ir a exponer nuestra queja, el empleado sin molestarse en entender lo que le estábamos diciendo nos ha mandado a Información a preguntar los horarios. Hemos tenido que sacarle de su error y hacerle entender que queríamos poner una queja y, para ello, por supuesto, le hemos tenido que volver a explicar la situación. Su primera reacción ha sido la de decir: "Pues claro que el tren ha pasado" ante lo que le hemos vuelto a contar que nosotros estábamos en el andén sentados viendo pasar los trenes con antelación suficiente como para que no se nos pudiese haber escapado y "¡que el tren no ha pasado, oiga!". Tras mirar la pantalla y apretar multitud de teclas ha descolgado el teléfono donde tras hablar con alguien ha vuelto a afirmar sin pestañear "El tren ha pasado". Pues bien, la unica explicación factible es que el tren haya pasado por el andén 9 3/4 y que como nosotros no fuimos a Hogwarths y somos unos vulgares "muggles" pues no hemos podido acceder al mismo y por eso no lo hemos visto pasar.
La peripecia podría haber terminado aquí si no fuese porque la reclamación, como no podía ser de otra forma, la hemos tenido que rellenar a mano en un libro que dispone de 4 copias para cada una. Tras rellenarlas el empleado ha puesto el consabido sello en cada una de las páginas como diciendo "¡Ea! Ahí queda eso". De las 4 copias nos ha entregado 2 a nosotros sin que sepamos muy bien para qué necesitamos dos hojas iguales... perdón, iguales no que son de colorines diferentes. De alguna reclamación anterior, intuyo que una de ellas es para remitirla a alguna oficina de atención al consumidor pero, por supuesto, ni el empleado nos ha informado de ello ni en las hojas lo pone en sitio alguno. También, como no podía ser de otra forma, ha hecho las consabidas fotocopias de nuestros billetes... Y luego aún nos preguntamos por qué España está como está.
!Buenas noches a todos¡
p.s. La curiosa aleatoriedad de los trenes de Renfe Cercanías también se produce en otros aspectos como el aire acondicionado que, según la suerte que uno tenga, funciona o no. La verdad que tengo la sensación de que es una forma de ahorro que al contar con esa componente de aletoriedad, siempre deja al viajero con la sensación de que es algo circunstancial.
jueves, 20 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
Lo que pudo ser y no fue de Rafael Simancas
Hace ya 10 años del "tamayazo". ¡Cómo vuela el tiempo! Aún recuerdo aquel día. Yo iba oyendo la radio en el coche cuando dieron la noticia de que a causa de la ausencia (intencionada) de dos diputados del PSOE, el PP se había hecho con el gobierno de la Comunidad de Madrid. Me indigné como muchos. ¿Qué sentido tenía que dos personas de las que no había oído hablar en mi vida pudiesen jugar con mi voto de aquella manera? En fin, son las cosas que tiene nuestro sistema electoral, que a pesar de que no puedes elegir a los diputados de forma individual, sin embargo el escaño es suyo en propiedad. Que a pesar de que uno vota a unas siglas y, como mucho conoce a los 2 ó 3 primeros, lo quiera o no está eligiendo a todos los de la lista con todas sus consecuencias, pero no es eso lo que quiero comentar.
El sábado, uno de los principales protagonistas de aquellos acontecimientos, Rafael Simancas, escribió un artículo en el que después de quejarse amargamente -de nuevo- sobre aquella conspiración, pasa revista a las grandes cosas que él habría hecho de haber sido presidente de la Comunidad de Madrid. Lo que no analiza el Sr. Simancas son las verdaderas razones por las que no gobernó. Efectivamente, en las primeras elecciones se produjo el Tamayazo pero ¿y en la repetición? ¿Qué pasó? En aquellas elecciones revisitadas celebradas en octubre de aquel mismo año el PP ganó y con mayoría absoluta. El PSOE, entre las elecciones de mayo y las de octubre se dejó, exactamente, 142.185 votos, casi un 12%. Fueron unos votos que no fueron a ningún sitio porque IU prácticamente repitió resultados y el PP también perdió una buena cantidad. Para mí esa ha sido siempre la gran pregunta que Rafael Simancas se debía haber hecho y que nunca se hizo. ¿Por qué, si estaba tan claro que había sido una conspiración contra el PSOE su electorado le dio la espalda de semejante forma? Lo normal habría sido que, heridos por semejante afrenta, los votantes hubiesen acudido en tropel a desfacer el entuerto. De haber sido así, o incluso simplemente de haber mantenido los votos de mayo, dada la bajada del PP, el PSOE se habría hecho sin problemas con el gobierno... Pero no fue así.
¿Por qué? Cada cual supongo que tendrá sus explicaciones. Yo, que fui uno de los 142.185 votantes que se quedaron por el camino, tuve mis razones para no votar al PSOE de nuevo. Cuando saltó el escándalo, toda la estrategia del PSOE se centró en el dedo acusador hacia el PP por la conspiración. ¿Que la hubo? Seguramente. Pero yo eché de menos un análisis interno en el PSOE que determinara qué se había hecho mal. Que analizase por qué se habían colado en la lista dos personas con la talla moral de aquellos dos individuos. ¿Quién los puso allí? No lo sé, el caso es que no dimitió nadie. No, en el PSOE estaban todos tan contentos de haberse conocido mientras bramaban contra las artimañas del PP.
Sr. Simancas, para mí la pregunta que debe hacerse ud. no es lo que habría hecho de haber ganado las elecciones sino por qué no las ganó en la segunda ronda de octubre y fueron los del PP (los malos) los que se alzaron con la mayoría absoluta. Sin embargo, esa pregunta es complicada porque supone asumir responsabilidades de cosas mal hechas y siempre es más cómodo dedicarse a contar "lo que pudo ser y no fue".
Rafael Simancas, desde entonces, y tras su gran triunfo en las elecciones de octubre, sigue subido en el coche oficial dando lecciones a todo el mundo. Luego, en el PSOE, se preguntan por qué el electorado les da la espalda... aunque a veces tengo dudas sobre si es que se lo han preguntado alguna vez.
¡Buen día a todos!
El sábado, uno de los principales protagonistas de aquellos acontecimientos, Rafael Simancas, escribió un artículo en el que después de quejarse amargamente -de nuevo- sobre aquella conspiración, pasa revista a las grandes cosas que él habría hecho de haber sido presidente de la Comunidad de Madrid. Lo que no analiza el Sr. Simancas son las verdaderas razones por las que no gobernó. Efectivamente, en las primeras elecciones se produjo el Tamayazo pero ¿y en la repetición? ¿Qué pasó? En aquellas elecciones revisitadas celebradas en octubre de aquel mismo año el PP ganó y con mayoría absoluta. El PSOE, entre las elecciones de mayo y las de octubre se dejó, exactamente, 142.185 votos, casi un 12%. Fueron unos votos que no fueron a ningún sitio porque IU prácticamente repitió resultados y el PP también perdió una buena cantidad. Para mí esa ha sido siempre la gran pregunta que Rafael Simancas se debía haber hecho y que nunca se hizo. ¿Por qué, si estaba tan claro que había sido una conspiración contra el PSOE su electorado le dio la espalda de semejante forma? Lo normal habría sido que, heridos por semejante afrenta, los votantes hubiesen acudido en tropel a desfacer el entuerto. De haber sido así, o incluso simplemente de haber mantenido los votos de mayo, dada la bajada del PP, el PSOE se habría hecho sin problemas con el gobierno... Pero no fue así.
¿Por qué? Cada cual supongo que tendrá sus explicaciones. Yo, que fui uno de los 142.185 votantes que se quedaron por el camino, tuve mis razones para no votar al PSOE de nuevo. Cuando saltó el escándalo, toda la estrategia del PSOE se centró en el dedo acusador hacia el PP por la conspiración. ¿Que la hubo? Seguramente. Pero yo eché de menos un análisis interno en el PSOE que determinara qué se había hecho mal. Que analizase por qué se habían colado en la lista dos personas con la talla moral de aquellos dos individuos. ¿Quién los puso allí? No lo sé, el caso es que no dimitió nadie. No, en el PSOE estaban todos tan contentos de haberse conocido mientras bramaban contra las artimañas del PP.
Sr. Simancas, para mí la pregunta que debe hacerse ud. no es lo que habría hecho de haber ganado las elecciones sino por qué no las ganó en la segunda ronda de octubre y fueron los del PP (los malos) los que se alzaron con la mayoría absoluta. Sin embargo, esa pregunta es complicada porque supone asumir responsabilidades de cosas mal hechas y siempre es más cómodo dedicarse a contar "lo que pudo ser y no fue".
Rafael Simancas, desde entonces, y tras su gran triunfo en las elecciones de octubre, sigue subido en el coche oficial dando lecciones a todo el mundo. Luego, en el PSOE, se preguntan por qué el electorado les da la espalda... aunque a veces tengo dudas sobre si es que se lo han preguntado alguna vez.
¡Buen día a todos!
miércoles, 1 de mayo de 2013
¿Un pacto nacional o un parche más?
Me desperté ayer oyendo a Pepa Bueno que hablaba en la Ser sobre las voces que claman, en todos los grupos sociales, por la necesidad de establecer un pacto de estado que nos saque del profundo agujero en el que nos encontramos. Citaba Pepa Bueno la necesidad de que a dicho pacto se sumase el gobierno, los partidos de la oposición, los empresarios, los sindicatos... Vaya! Cuando escuchaba la lista de los que debían pactar eché en falta a alguien: a los ciudadanos.
No creo en pactos. Estoy convencido de que un pacto de este estilo sólo conducirá a una cosa: a mantener el statu quo de cada uno de los que pacten. Los partidos políticos seguirán conformando esa élite autondenominada "clase política". Los sindicatos continuarán defendiendo los intereses de los trabajadores conforme a unos patrones basados en el siglo XIX (mediados del XX como mucho). Y los empresarios... pues seguirán a lo suyo, diciendo que hay que flexibilizar el despido, que hay que bajar los impuestos, las cotizaciones... porque de lo que es reducir sus beneficios para invertir algo más, seguramente, ni se acordarán, por más que esa inversión se traduzca en mayores beneficios futuros. No, mejor toma el dinero y corre. ¿Y los ciudadanos? ¿Quién se preocupa de los ciudadanos?
Sólo creo en un pacto ahora mismo. Sólo creo en un pacto para renovar la Constitución, esa constitución en sobre la que los menores de 53 años no hemos tenido oportunidad de pronunciarnos. De acuerdo con el INE (datos a 2011), somos un 50,1% de la población y un 61,1% de los votantes los que tenemos que cargar con eso de que la "Carta Magna" necesita estabilidad y, como consecuencia, aceptar todo un modelo de estado en el que no tenemos ni arte ni parte.
Nuestra constitución está desfasada. Responde a pactos para conseguir atravesar el desierto de la transación, pactos que, si bien fueron buenos en su momento, han quedado ya fuera de lugar porque nadie se acordó de que la constitución debe ser algo vivo que se amolde a los tiempos y a las realidades. Nuestra constitución perpetúa una estructura de estado con sus autonomías, partidos políticos, instituciones... de la que estoy convencido de que es una de las causas de nuestros problemas actuales para responder a la crisis, por más que el gobierno diga que se debe a la crisis internacional y la oposición que a la ineptitud del gobierno. Darle poder a las autonomías, tal como fueron concebidas para acallar a las exigencias de catalanes o vascos, se ha manifestado como un completo fracaso en ese sentido y su contribución a engordar la estructura del estado no llega a compensar, desde mi punto de vista, los beneficios que han podido aportar. El sistema D'Hont, que permitiría garantizar mayorías sólidas y estables para lo que ha servido es para que apareciesen mayorías absolutas en las que el partido de turno hace lo que quiere aunque esto sea lo contrario de lo que dijeron que harían durante la campaña. Sí, ya sé que la Ley D'Hont no está en la Constitución pero en la misma sí se podrían sentar las bases para una mejor representación de los ciudadanos y evitar ese engendro que tenemos actualmente de listas cerradas en las que no votamos a unos candidatos individuales que luego sí que son propietarios de su escaño. Y así podemos pasar revista a las maravillas de nuestra constitución...
Es curioso, cuando uno habla con la gente de la calle todo el mundo está de acuerdo en que habría que cambiar muchas cosas de la estructura del estado y de la forma que se gobierna. Todo el mundo está de acuerdo en que el estado de las autonomías no va a ninguna parte más que a engordar los gastos. ¿Qué las autonomías son una forma de acercar el estado a los ciudadanos? Pues puede ser, pero desde luego éstas no. En la calle hay consenso en que el sistema de representación no es adecuado. Por un lado lo que el voto sea un cheque en blanco por cuatro años. Por otro lo de que estamos eligiendo a gente que no tenemos ni idea de quienes son lo que se ha traducido en que la política se haya convertido en una profesión en la que para medrar sólo hay que tener buenos amigos. Luego está eso de quién manda aquí porqueya no sabemos ante quién responde el presidente del gobierno, si ante los ciudadanos o ante la Merckel. La justicia... bueno, mejor no hablar porque eso de la independencia del poder judicial es uno de los mitos más famosos junto con el monstruo del Lago Ness. No creo que nadie discrepe demasiado de estas afirmaciones, nadie salvo los políticos a los que someter el país a ese cambio significaría renunciar a su única fuente de ingresos y eso, pues claro, no tienen intención de hacerlo.
Como dice un amigo, para arreglar esto hace falta que los políticos se hagan el hara kiri pero, curiosamente, con todo lo antidemocráticas que eran, eso sólo fueron capaces de hacerlo las cortes franquistas. No, a nuestros queridos políticos no los desaloja nadie. Siguiendo con el programa de radio que dio pie a este post, un poco más tarde, Pepa Bueno relataba las propuestas de reforma que Rubalcaba tenía preparadas para aportar a ese gran pacto y, ¡sorpresa! la reforma del estado no estaba entre ellas.
Más les vale a los políticos que salgamos de la crisis pronto porque será la única forma de que los ciudadanos nos olvidemos de estas necesidades de cambio. Sí, lamentablemente con el estómago lleno todos estos problemas se ven de otra forma. Pero como no sea así y la crisis se prolongue al final el hara kiri no se lo van a hacer ellos...
Buen día a todos.
No creo en pactos. Estoy convencido de que un pacto de este estilo sólo conducirá a una cosa: a mantener el statu quo de cada uno de los que pacten. Los partidos políticos seguirán conformando esa élite autondenominada "clase política". Los sindicatos continuarán defendiendo los intereses de los trabajadores conforme a unos patrones basados en el siglo XIX (mediados del XX como mucho). Y los empresarios... pues seguirán a lo suyo, diciendo que hay que flexibilizar el despido, que hay que bajar los impuestos, las cotizaciones... porque de lo que es reducir sus beneficios para invertir algo más, seguramente, ni se acordarán, por más que esa inversión se traduzca en mayores beneficios futuros. No, mejor toma el dinero y corre. ¿Y los ciudadanos? ¿Quién se preocupa de los ciudadanos?
Sólo creo en un pacto ahora mismo. Sólo creo en un pacto para renovar la Constitución, esa constitución en sobre la que los menores de 53 años no hemos tenido oportunidad de pronunciarnos. De acuerdo con el INE (datos a 2011), somos un 50,1% de la población y un 61,1% de los votantes los que tenemos que cargar con eso de que la "Carta Magna" necesita estabilidad y, como consecuencia, aceptar todo un modelo de estado en el que no tenemos ni arte ni parte.
Nuestra constitución está desfasada. Responde a pactos para conseguir atravesar el desierto de la transación, pactos que, si bien fueron buenos en su momento, han quedado ya fuera de lugar porque nadie se acordó de que la constitución debe ser algo vivo que se amolde a los tiempos y a las realidades. Nuestra constitución perpetúa una estructura de estado con sus autonomías, partidos políticos, instituciones... de la que estoy convencido de que es una de las causas de nuestros problemas actuales para responder a la crisis, por más que el gobierno diga que se debe a la crisis internacional y la oposición que a la ineptitud del gobierno. Darle poder a las autonomías, tal como fueron concebidas para acallar a las exigencias de catalanes o vascos, se ha manifestado como un completo fracaso en ese sentido y su contribución a engordar la estructura del estado no llega a compensar, desde mi punto de vista, los beneficios que han podido aportar. El sistema D'Hont, que permitiría garantizar mayorías sólidas y estables para lo que ha servido es para que apareciesen mayorías absolutas en las que el partido de turno hace lo que quiere aunque esto sea lo contrario de lo que dijeron que harían durante la campaña. Sí, ya sé que la Ley D'Hont no está en la Constitución pero en la misma sí se podrían sentar las bases para una mejor representación de los ciudadanos y evitar ese engendro que tenemos actualmente de listas cerradas en las que no votamos a unos candidatos individuales que luego sí que son propietarios de su escaño. Y así podemos pasar revista a las maravillas de nuestra constitución...
Es curioso, cuando uno habla con la gente de la calle todo el mundo está de acuerdo en que habría que cambiar muchas cosas de la estructura del estado y de la forma que se gobierna. Todo el mundo está de acuerdo en que el estado de las autonomías no va a ninguna parte más que a engordar los gastos. ¿Qué las autonomías son una forma de acercar el estado a los ciudadanos? Pues puede ser, pero desde luego éstas no. En la calle hay consenso en que el sistema de representación no es adecuado. Por un lado lo que el voto sea un cheque en blanco por cuatro años. Por otro lo de que estamos eligiendo a gente que no tenemos ni idea de quienes son lo que se ha traducido en que la política se haya convertido en una profesión en la que para medrar sólo hay que tener buenos amigos. Luego está eso de quién manda aquí porqueya no sabemos ante quién responde el presidente del gobierno, si ante los ciudadanos o ante la Merckel. La justicia... bueno, mejor no hablar porque eso de la independencia del poder judicial es uno de los mitos más famosos junto con el monstruo del Lago Ness. No creo que nadie discrepe demasiado de estas afirmaciones, nadie salvo los políticos a los que someter el país a ese cambio significaría renunciar a su única fuente de ingresos y eso, pues claro, no tienen intención de hacerlo.
Como dice un amigo, para arreglar esto hace falta que los políticos se hagan el hara kiri pero, curiosamente, con todo lo antidemocráticas que eran, eso sólo fueron capaces de hacerlo las cortes franquistas. No, a nuestros queridos políticos no los desaloja nadie. Siguiendo con el programa de radio que dio pie a este post, un poco más tarde, Pepa Bueno relataba las propuestas de reforma que Rubalcaba tenía preparadas para aportar a ese gran pacto y, ¡sorpresa! la reforma del estado no estaba entre ellas.
Más les vale a los políticos que salgamos de la crisis pronto porque será la única forma de que los ciudadanos nos olvidemos de estas necesidades de cambio. Sí, lamentablemente con el estómago lleno todos estos problemas se ven de otra forma. Pero como no sea así y la crisis se prolongue al final el hara kiri no se lo van a hacer ellos...
Buen día a todos.
domingo, 10 de febrero de 2013
Hombres de negro? No gracias. Póngame una de valores!
Hubo un tiempo en que estuve afiliado al PSOE. Mi historia de cómo salí de allí ya la he contado. Después de aquello durante otro tiempo estuve esperando a ver si el PSOE se regeneraba pero ya he llegado a la conclusión de que han entrado en un bucle infinito de aplazamiento constante de la regeneración así que creo que difícilmente volverán a tenerme entre sus votantes.
¿Los motivos? Muchos. No se trata sólo de que las caras sigan siendo las mismas y que las mismas manos estén aferradas a las mismas sillas. Se trata de que sus propuestas me parecen cada vez más alejadas de la realidad y enfocadas únicamente al generar impacto mediático. Parecen estar convencidos de que recuperarán sus votantes a través de las portadas de los periódicos anunciando grandes medidas que nos salvarán del agujero ético y económico en el que nos encontramos (y al que ellos colaboraron en gran medida a meternos). Pues la verdad es que no sé si a otros votantes los recuperarán de esa forma pero desde luego, a éste que escribe no.
Esta mañana han anunciado otra de esas grandes medidas: hombres de negro contra la corrupción de los políticos. Al principio me he reido: me he imaginado a Will Smith y a Tommy Lee Jones entrando en el congreso de los diputados vestidos de negro y con sus gafas de sol. Pero ese momento de humor se me ha pasado enseguida. La propuesta es verdaderamente para echarse a llorar.
En el mundo de la empresa hay algo que se llaman las "mejores prácticas". Cuando uno quiere mejorar el funcionamiento de una organización lo primero que hace es mirar a otras que hagan algo parecido con mejores resultados. Se analiza qué es lo que hacen mejor y se intenta copiar esa forma de actuar con el objetivo de mejorar nuestros resultados. En el mundo de la política eso de las mejores prácticas no se lleva porque todos están demasiado ocupados en mirarse el ombligo como para mirar cómo se hacen las cosas en otros países. Me gustaría saber en qué país de los que nos llevan al delantera en temas de corrupción, esto es, que funcionen mejor, existen esos hombres de negro. ¿Acaso en los países del norte de Europa? No, yo creo que no. En esos países no tiene hombres de negro tienen otra cosa muy diferente conocida como "valores". Un valor es algo que uno tiene y persigue simplemente por el hecho de que está convencido de que es la forma en la que hay que hacer las cosas. Un valor nos recompensa sólo por el mero hecho de tenerlo, de estar a gusto con nosotros mismos.
Hace unos meses, coincidiendo con el aniversario de las becas Erasmus entrevistaron a uno de los primeros estudiantes que hace años fue a estudiar al Reino Unido gracias a ellas. Entre otras muchas otras cosas que contó, hizo referencia a lo mal visto que estaba entre los estudiantes locales eso de que los españoles copiasen en los exámenes. Él comentó que los españoles se defendían diciendo que era una especie de "rebeldía contra el sistema"... en fin, que así nos luce el pelo. No, ni rebeldía contra el sistema ni nada, lo nuestro, en general yo me incluyo también, son unos valores erróneos o mal entendidos. Copiar en un examen es tomar un atajo que no es honesto con los estudiantes que dedicaron horas a estudiar. No, confundimos el objetivo: se trata de aprobar un examen para aprender o sólo para sacar un título. Está claro que en nuestro caso se trata más de lo segundo y, de nuevo, así nos va. Valores y objetivos erróneos.
Para luchar contra la corrupción no nos hacen falta hombres de negro. Nos hace falta que nos dotemos de unos valores que nos lleven a estar convencido de que el enriquecimiento ilícito no está bien. Que si nos enriquecemos nosotros es porque se lo estamos quitando a los demás. Pero aquí lo vemos al revés. Hace años también, en la televisión entrevistaban a gente en Marbella sobre la gestión de Jesús Gil. Nunca se me olvidará una señora que decía que "Jesús Gil lo está haciendo muy bien, que cómo no se iba a llevar el una parte, que se lo merecía". Sin palabras.
No, no nos hacen falta hombres de negro ni decálogos contra la corrupción, lo que nos hace falta que seamos honestos. Hace falta que en los partidos, cuando aparece un escándalo de corrupción, en vez de hacer piña todos para taparlo lo que se haga sea piña todos para expulsar de forma inmediata al corrupto. En los partidos, ante una noticia de este estilo, lo primero que se piensa es en el efecto que tendrá electoralmente asumir que hay un corrupto en sus filas. Ante cualquier insinuación de que alguien lo es la boca de todos los miembros del partido se llenan de "yo pongo la mano en el fuego...".
Es una cuestión de educación. No, nos hacen falta hombres de negro, nos hace falta un sistema educativo sólido y estable que imbuya a los niños desde pequeñitos esos valores. Mucho más efectivo que un radar haciéndote una foto es un hijo en el asiento de atrás recordándote que estás superando el límite de velocidad. Pero no, aquí no transmitimos esos valores sino justo los contrarios. Y aquí tampoco nos preocupamos por tener un sistema educativo sólido y estable porque resulta mucho más rentable, desde el punto de vista electoral, tirarnos la correspondiente ley a la cabeza.
La corrupción en España no es un problema coyuntural sino estructural. Lo que es coyuntural es que con la crisis nos alarmemos mucho más de los casos que aparecen pero siempre estuvieron ahí. Y hasta que no se tomen medidas estructurales para atajarla, hasta que no se fomenten unos valores que calen en nuestra cultura de nada valdrán todos los hombres de negro, ni aunque sean Will Smith o Tommy Lee Jones.
Buen domingo a todos.
¿Los motivos? Muchos. No se trata sólo de que las caras sigan siendo las mismas y que las mismas manos estén aferradas a las mismas sillas. Se trata de que sus propuestas me parecen cada vez más alejadas de la realidad y enfocadas únicamente al generar impacto mediático. Parecen estar convencidos de que recuperarán sus votantes a través de las portadas de los periódicos anunciando grandes medidas que nos salvarán del agujero ético y económico en el que nos encontramos (y al que ellos colaboraron en gran medida a meternos). Pues la verdad es que no sé si a otros votantes los recuperarán de esa forma pero desde luego, a éste que escribe no.
Esta mañana han anunciado otra de esas grandes medidas: hombres de negro contra la corrupción de los políticos. Al principio me he reido: me he imaginado a Will Smith y a Tommy Lee Jones entrando en el congreso de los diputados vestidos de negro y con sus gafas de sol. Pero ese momento de humor se me ha pasado enseguida. La propuesta es verdaderamente para echarse a llorar.
En el mundo de la empresa hay algo que se llaman las "mejores prácticas". Cuando uno quiere mejorar el funcionamiento de una organización lo primero que hace es mirar a otras que hagan algo parecido con mejores resultados. Se analiza qué es lo que hacen mejor y se intenta copiar esa forma de actuar con el objetivo de mejorar nuestros resultados. En el mundo de la política eso de las mejores prácticas no se lleva porque todos están demasiado ocupados en mirarse el ombligo como para mirar cómo se hacen las cosas en otros países. Me gustaría saber en qué país de los que nos llevan al delantera en temas de corrupción, esto es, que funcionen mejor, existen esos hombres de negro. ¿Acaso en los países del norte de Europa? No, yo creo que no. En esos países no tiene hombres de negro tienen otra cosa muy diferente conocida como "valores". Un valor es algo que uno tiene y persigue simplemente por el hecho de que está convencido de que es la forma en la que hay que hacer las cosas. Un valor nos recompensa sólo por el mero hecho de tenerlo, de estar a gusto con nosotros mismos.
Hace unos meses, coincidiendo con el aniversario de las becas Erasmus entrevistaron a uno de los primeros estudiantes que hace años fue a estudiar al Reino Unido gracias a ellas. Entre otras muchas otras cosas que contó, hizo referencia a lo mal visto que estaba entre los estudiantes locales eso de que los españoles copiasen en los exámenes. Él comentó que los españoles se defendían diciendo que era una especie de "rebeldía contra el sistema"... en fin, que así nos luce el pelo. No, ni rebeldía contra el sistema ni nada, lo nuestro, en general yo me incluyo también, son unos valores erróneos o mal entendidos. Copiar en un examen es tomar un atajo que no es honesto con los estudiantes que dedicaron horas a estudiar. No, confundimos el objetivo: se trata de aprobar un examen para aprender o sólo para sacar un título. Está claro que en nuestro caso se trata más de lo segundo y, de nuevo, así nos va. Valores y objetivos erróneos.
Para luchar contra la corrupción no nos hacen falta hombres de negro. Nos hace falta que nos dotemos de unos valores que nos lleven a estar convencido de que el enriquecimiento ilícito no está bien. Que si nos enriquecemos nosotros es porque se lo estamos quitando a los demás. Pero aquí lo vemos al revés. Hace años también, en la televisión entrevistaban a gente en Marbella sobre la gestión de Jesús Gil. Nunca se me olvidará una señora que decía que "Jesús Gil lo está haciendo muy bien, que cómo no se iba a llevar el una parte, que se lo merecía". Sin palabras.
No, no nos hacen falta hombres de negro ni decálogos contra la corrupción, lo que nos hace falta que seamos honestos. Hace falta que en los partidos, cuando aparece un escándalo de corrupción, en vez de hacer piña todos para taparlo lo que se haga sea piña todos para expulsar de forma inmediata al corrupto. En los partidos, ante una noticia de este estilo, lo primero que se piensa es en el efecto que tendrá electoralmente asumir que hay un corrupto en sus filas. Ante cualquier insinuación de que alguien lo es la boca de todos los miembros del partido se llenan de "yo pongo la mano en el fuego...".
Es una cuestión de educación. No, nos hacen falta hombres de negro, nos hace falta un sistema educativo sólido y estable que imbuya a los niños desde pequeñitos esos valores. Mucho más efectivo que un radar haciéndote una foto es un hijo en el asiento de atrás recordándote que estás superando el límite de velocidad. Pero no, aquí no transmitimos esos valores sino justo los contrarios. Y aquí tampoco nos preocupamos por tener un sistema educativo sólido y estable porque resulta mucho más rentable, desde el punto de vista electoral, tirarnos la correspondiente ley a la cabeza.
La corrupción en España no es un problema coyuntural sino estructural. Lo que es coyuntural es que con la crisis nos alarmemos mucho más de los casos que aparecen pero siempre estuvieron ahí. Y hasta que no se tomen medidas estructurales para atajarla, hasta que no se fomenten unos valores que calen en nuestra cultura de nada valdrán todos los hombres de negro, ni aunque sean Will Smith o Tommy Lee Jones.
Buen domingo a todos.
sábado, 5 de enero de 2013
Juan Carlos y su apuesta por la transición
Hoy el nuestro monarca cumple 70 años y ayer Jesús Hermida le hizo una entrevista en televisión. No la vi, pero por lo que he oído y leído parece enmarcada en una campaña de limpieza de la imagen del rey después de sus propias meteduras de pata y de los disgustos que le han dado sus yernos. Pensé que en TVE estaba prohibida la publicidad pero, como se trata de una institución del estado, supongo que no cuenta como tal. En cualquier caso, este post no va de la entrevista sino de las reflexiones que he estado haciéndome a raiz de la misma relacionadas con la figura de Juan Carlos y de su rol en la transición.
Cuando uno pregunta a alguien si es monárquico es bastante frecuente que te responda que no, que él no es monárquico, que es juancarlista. Sí, Juan Carlos, a pesar de sus meteduras de pata de elefante, sus "supuestos" affaires extramatrimoniales y demás hazañas, sigue manteniendo un gran apoyo de personas que le consideran como el hombre -sí, este rey, al menos, ya no es divino- que hizo el gran sacrificio de renunciar a todos los poderes que Franco le había concedido a su muerte y cederlos al pueblo en un alarde de generosidad y espíritu democrático. Juan Carlos nos devolvió la democracia y hay que estarle infinitamente agradecidos por ello. Bien, la primera parte de esta última frase es cierta pero, desde mi punto de vista, no tanto la segunda. No hay que estar agradecidos ¿por qué?.
El rey puede ser algo torpe físicamente -sus reiterados accidentes no dicen otra cosa- pero tonto no es. Pongámonos en sus zapatos en el año 75 cuando se muere Franco y el pasa a ser "jefe del estado a título de rey" con todo el poder en sus manos. Yo me lo imagino reflexionando en un sillón en el Palacio de la Zarzuela -o quizás mientras le pega un tiro a un venado- y analizando las posibles alternativas que se le plantean ante el futuro. Básicamente dos: mantener todo el poder tal cual está en ese momento o abordar una transición hacia la democracia. Rápidamente, como inteligente que es, se da cuenta de que la primera es completamente inviable. Por un lado él no es un jefe de estado surgido de una revuelta militar al que todos los estamentos del ejército respetan como caudillo de los ejércitos por lo que mantener el apoyo de los militares a largo plazo puede ser una ardua tarea, es más, corre el riesgo de llegar a convertirse en una marioneta de algún general que se convierta en el jefe del ejército "de facto". Por otro lado, las dictaduras en países más o menos desarrollados, y él en ese momento es un dictador, están abocadas a la desaparición. Difícilmente una monarquía dictatorial podrá mantenerse a largo plazo en Europa. Los movimientos sociales son muy intensos, en la calle se nota que la población ya no quiere más dictatura. Los españoles estamos aburridos de que "África empiece en los pirineos" y queremos ser europeos de pleno derecho y con plenos derechos... En resumen, intentar mantenerse como jefe del estado con plenos poderes es una aventura abocada al fracaso y que le habría conducido, seguramente, a tener que hacer las maletas como su abuelo, y partir rumbo al exilio antes o después. También como su abuelo, en esa situación, se habría ido casi con lo puesto.
En cuanto a la otra alternativa, la de dar paso a una democracia, sin que sea un camino de rosas porque seguramente los militares no le van a hacer las cosas fáciles, sí que se antoja mucho más viable. Juan Carlos no tiene más que fijarse en sus pares europeos y ver cómo viven sus colegas reales del Reino Unido, Holanda, Suecia, Dinamarca, ... Ninguno de ellos ostenta más que un poder meramente representativo y todos viven muy bien sin grandes problemas ni quebraderos de cabeza. Ninguno de ellos está cuestionado y ninguno de ellos tiene el más mínimo temor a que de pronto se le planten los tanques en la puerta de casa o a que las turba en la Puerta del Sol le obliguen a tomar las de Villadiego. El camino está claro, no hay mucho que pensar: Juan Carlos se convierte, sin dudarlo un momento en el abanderado del viaje a la democracia. Como decía, no será fácil porque la inercia militar no le va a facilitar las cosas, pero sabe que su aventura va a gozar de un gran apoyo internacional que supone, en gran medida, un seguro para él.
Juan Carlos no hizo otra cosa más que seguir el camino más fácil y seguro de los que se le planteaban ante él así que, por eso es por lo que creo que lo de su apuesta personal por la transición a la democracia no deja de ser un tanto exagerado. La -supuestamente- difícil elección de Juan Carlos no lo fue tanto realmente y lo cierto es que los réditos no han estado nada mal. Hay una frase atribuida al rey que dice algo como "si me echan no me iré con los bolsillos vacios como mi abuelo" y, efectivamente, parece que los bolsillos vacios no los tiene y, además, encima no se ha tenido que ir a ningún sitio. Creo que esta reflexión la ha hecho poca gente y menos los autodenominados "juancarlistas".
Buenos días y Feliz 2013 a todos.
Cuando uno pregunta a alguien si es monárquico es bastante frecuente que te responda que no, que él no es monárquico, que es juancarlista. Sí, Juan Carlos, a pesar de sus meteduras de pata de elefante, sus "supuestos" affaires extramatrimoniales y demás hazañas, sigue manteniendo un gran apoyo de personas que le consideran como el hombre -sí, este rey, al menos, ya no es divino- que hizo el gran sacrificio de renunciar a todos los poderes que Franco le había concedido a su muerte y cederlos al pueblo en un alarde de generosidad y espíritu democrático. Juan Carlos nos devolvió la democracia y hay que estarle infinitamente agradecidos por ello. Bien, la primera parte de esta última frase es cierta pero, desde mi punto de vista, no tanto la segunda. No hay que estar agradecidos ¿por qué?.
El rey puede ser algo torpe físicamente -sus reiterados accidentes no dicen otra cosa- pero tonto no es. Pongámonos en sus zapatos en el año 75 cuando se muere Franco y el pasa a ser "jefe del estado a título de rey" con todo el poder en sus manos. Yo me lo imagino reflexionando en un sillón en el Palacio de la Zarzuela -o quizás mientras le pega un tiro a un venado- y analizando las posibles alternativas que se le plantean ante el futuro. Básicamente dos: mantener todo el poder tal cual está en ese momento o abordar una transición hacia la democracia. Rápidamente, como inteligente que es, se da cuenta de que la primera es completamente inviable. Por un lado él no es un jefe de estado surgido de una revuelta militar al que todos los estamentos del ejército respetan como caudillo de los ejércitos por lo que mantener el apoyo de los militares a largo plazo puede ser una ardua tarea, es más, corre el riesgo de llegar a convertirse en una marioneta de algún general que se convierta en el jefe del ejército "de facto". Por otro lado, las dictaduras en países más o menos desarrollados, y él en ese momento es un dictador, están abocadas a la desaparición. Difícilmente una monarquía dictatorial podrá mantenerse a largo plazo en Europa. Los movimientos sociales son muy intensos, en la calle se nota que la población ya no quiere más dictatura. Los españoles estamos aburridos de que "África empiece en los pirineos" y queremos ser europeos de pleno derecho y con plenos derechos... En resumen, intentar mantenerse como jefe del estado con plenos poderes es una aventura abocada al fracaso y que le habría conducido, seguramente, a tener que hacer las maletas como su abuelo, y partir rumbo al exilio antes o después. También como su abuelo, en esa situación, se habría ido casi con lo puesto.
En cuanto a la otra alternativa, la de dar paso a una democracia, sin que sea un camino de rosas porque seguramente los militares no le van a hacer las cosas fáciles, sí que se antoja mucho más viable. Juan Carlos no tiene más que fijarse en sus pares europeos y ver cómo viven sus colegas reales del Reino Unido, Holanda, Suecia, Dinamarca, ... Ninguno de ellos ostenta más que un poder meramente representativo y todos viven muy bien sin grandes problemas ni quebraderos de cabeza. Ninguno de ellos está cuestionado y ninguno de ellos tiene el más mínimo temor a que de pronto se le planten los tanques en la puerta de casa o a que las turba en la Puerta del Sol le obliguen a tomar las de Villadiego. El camino está claro, no hay mucho que pensar: Juan Carlos se convierte, sin dudarlo un momento en el abanderado del viaje a la democracia. Como decía, no será fácil porque la inercia militar no le va a facilitar las cosas, pero sabe que su aventura va a gozar de un gran apoyo internacional que supone, en gran medida, un seguro para él.
Juan Carlos no hizo otra cosa más que seguir el camino más fácil y seguro de los que se le planteaban ante él así que, por eso es por lo que creo que lo de su apuesta personal por la transición a la democracia no deja de ser un tanto exagerado. La -supuestamente- difícil elección de Juan Carlos no lo fue tanto realmente y lo cierto es que los réditos no han estado nada mal. Hay una frase atribuida al rey que dice algo como "si me echan no me iré con los bolsillos vacios como mi abuelo" y, efectivamente, parece que los bolsillos vacios no los tiene y, además, encima no se ha tenido que ir a ningún sitio. Creo que esta reflexión la ha hecho poca gente y menos los autodenominados "juancarlistas".
Buenos días y Feliz 2013 a todos.
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