jueves, 28 de abril de 2011

No me gusta la Ley de Partidos

Muy rápido hoy porque hay mucho tajo por delante. No me gusta la Ley de Partidos porque:

- Los que cometen delitos son las personas no las organizaciones. Si alguien en alguna de las candidaturas cuestionadas ha hecho algo que se le acuse de lo que sea y se le juzgue.
- Si un partido es ilegalizado será porque defiende posturas contra la ley. En consecuencia, todos sus miembros deberían ser acusados de lo mismo en la medida en la que se han alineado con las opiniones del partido. De nuevo, si es así, acusación al canto y a pasar antes la justicia.
- No termino de entender el concepto de "contaminación" de las listas electorales. ¿Significa que porque uno de los que la componen fue parte de una lista anterior "contaminada" entonces no se puede presentar ninguno de los que no estaban "contaminados" porque han quedado "contaminados"? Sí, ya sé que me ha quedado enrevesado y difícil de leer sin parar a tomar aliento, pero es que me parece absurdo. Me gustaría conocer en qué apartado del código penal se define el concepto de "contaminado" y cuál es la pena que le corresponde.
- Cada vez que oigo las noticias sobre Bildu me entra una profunda sensación de caza de brujas. Hay que ir a por ellos sea como sea. El problema es que entre esos "ellos" seguramente habrá muchas personas despreciables pero también, seguramente, los hay completamente honestos y comprometidos con la paz. Pagan justos por pecadores y eso me parece que no está entre los fundamentos de una democracia que se precie.
- ¿Por qué no se aplica también a otros conceptos tan presentes en nuestra democracia como la corrupción? ¿Por qué no se aplica a aquellos partidos que no la rechacen expresamente? ¿Por qué no se aplica a las listas "contaminadas" con decenas de imputados (sean del partido que sean)?

Sí, ya sé que está avalada por el TDH pero aún así no me gusta. En fin, después de leer esto seguramente más de uno podrá acusarme de amigo de los terroristas. Sin entrar en detalles, ya le aviso que tengo argumentos contundente para demostrar que no es así. Un argumento contundente muy querido y que me acompaña desde hace muchos años.

lunes, 25 de abril de 2011

Las aceras de mi pueblo o el voto cautivo del PP

Había una canción que yo cantaba cuando iba de campamento allá en la noche de los tiempos que repetía un estribillo varias veces y que todo el mundo coreaba para luego decir lo contrario. Aquí se puede aplicar con el estribillo de "Las aceras de mi pueblo", el resto contestaría diciendo "... eblo", así varias veces para terminar con un "... en mi pueblo no hay aceras". Es el famoso carrasclás (que viejo me siento al ver el nombre escrito). En fin, larga introducción para decir que el problema de mi pueblo, Las Matas (en Las Rozas de Madrid) no hay aceras. Bueno sí las había, pero eran de medio metro y pobladas de postes de luz y de teléfono y de señales de tráfico que las hacían completamente impracticables. Desde que vivo por allí hace más de 10 años había un clamor de los vecinos de la zona para que arreglase el problema. El ayuntamiento lo ignoró sistemáticamente hasta las pasadas elecciones en que anunció primero la elaboración del proyecto y luego la ejecución del mismo. Supongo que debió haber algún periodo en el que el mismo estuvo a información pública, pero debo reconocer que lo ignoré completamente. Entre otras cosas, porque no me imaginaba que alguien pudiese llevar a cabo un proyecto tan absurdo como el que han hecho.

El proyecto consistía en: enterrar las canalizaciones de luz y teléfono, aumentar el ancho de las aceras y pintar la señalización horizontal de las calles. Dicho así suena muy bien porque aparentemente facilitaría nuestra vida. Lejos de ser así, no hemos ganado sino que hemos salido perdiendo con el cambio.

  • Enterrar las canalizaciones. El ayuntamiento ha enterrado los tubos pero a alguien se le olvidó que quien debe meter los cables por dentro son las compañías suministradoras que, por el momento, parecen no estar muy por la labor.
  • Ensanchar las aceras. Se han ensanchado sí, pero para que aparquen los coches encima y no me refiero a que los conductores nos subamos sino que están hecas específicamente para aparcar encima de ellas. El resultado es que para transitar por las calles hay que seguir haciéndolo por la calzada porque la acera de un lado sigue siendo igual de estrecha y la del otro está ocupada por los coches. A cambio de ello las calles que antes eran de doble sentido son ahora, en su mayoría de uno único lo que ha convertido Las Matas en un auténtico laberinto en el que hay que dar grandes rodeos para hacer los mismos recorridos de antes y hacer de guía -hay que salir a buscarlas- de todas las visitas que uno recibe en su casa. Una imagen que vale más que mil palabras y, por cierto, por si alguien se lo pregunta: no, no hay espacio para transitar sin tener que pasar de lado entre los coches y la valla de las casas.
  • La pintura de las calles. Es apasionante ver un paso de peatones en la puerta de mi casa que va de ningún sitio a ninguna parte porque el que va por la calle va, como decía, por medio. Eso sí, el paso de peatones está allí convenientemente señalizado con sus postes metálicos. Y ya para rematarlo, la calidad de la pintura utilizada es tan mala que la mitad se ha borrado ya en menos de un año.
En fin, no sé si he conseguido transmitir que los millones de euros gastados en el proyecto han ido directamente a la basura y aquí viene mi reflexión. El voto del PP (supongo que el del PSOE en otros sitios también) es tan cautivo que, a pesar de este desaguisado, en las próximas municipales, seguro que no pierden ningún concejal sino que lo mismo hasta ganan alguno más.

jueves, 21 de abril de 2011

Rumbo al exilio

No es que lo de ayer no fuese esperable, pero no por esperado lo llevo mejor. Me refiero a ese nacionalismo exacerbado que me pone de los nervios. Ya antes del partido el ambiente estaba muy caldeado. Después del partido, Twitter se llenó de de mensajes con el asunto "la copa de España se queda en España". No fui a la Cibeles (ni ganas) pero puedo imaginarme el tono de los cánticos y gritos que por allí debían sonar. Parece que son mayoría, y si no son mayoría, son los que más ruido hacen, así que creo que voy a partir rumbo al exilio.¿ A dónde? Ni idea, creo que me iré a Barajas y pillaré el primer vuelo que salga y cuanto más lejos mejor. Sí, sí, ya sé que seguramente allá donde caiga también habrá situaciones parecidas (aunque me cuesta trabajo creer que tan acentuadas como aquí) pero, al menos, seré extranjero y permanecere ajeno al problema.

No soporto los nacionalismos, perdón, no soporto los nacionalismos excluyentes. Me gustan los nacionalismos incluyentes, aquellos que defienden la diversidad de lenguas, culturas, tradiciones, su riqueza, como una forma de contribución a la riqueza colectiva. Aquellos que te cautivan, que te atraen. No me gustan los nacionalismos excluyentes que imponen y someten. Me gusta que me hablen en catalán y hacer un esfuerzo por entenderlo, leer en gallego sin tener que usar un traductor automático. No me gusta que se impongan cosas por ley. No me gusta que me hablen en catalán, gallego o euskera sólo porque mi interlocutor sabe que soy de la meseta y no lo entiendo y así me demuestra su superioridad cultural y su orgullo patrio. No, no me gusta. Cuando voy por la calle y alguien me pregunta en otro idioma le contesto en el mismo, si es que lo conozco, no me parapeto en mi español para demostrarle que está en mi territorio. No, el lenguaje es algo para comunicarse no para separar.

Los nacionalismos excluyentes solo pretenden imponer. Son agresivos. Actúan de agresor o de víctima,  según el momento, pero de víctima que a la mínima aprovecha su oportunidad para tornarse en agresor a su vez. Son irrespetuosos, todos sus argumentos se basan en en la descalificación sistemática del otro. No, no los puedo soportar. El día está gris y a mí el corazón se me pone gris cuando escucho todas las sandeces que se soltarón ayer. Mi intelecto sufre. En el siglo XXI seguimos aún defendiendo nuestra caverna. ¿A dónde han ido tantos siglos de evolución?

Tenemos un problema de educación y no me refiero a la acostumbrada mala clasificación de España en el informe PISA. No, tenemos un problema de educación en valores, de educación en respeto a los demás y a sus ideas. No sabemos aceptar que el prójimo no tiene por qué pensar como nosotros pero que dentro de un espíritu civilizado todos podemos convivir. Que las cosas se pueden hablar y que si no estamos de acuerdo no hay que saltar inmediatamente al insulto y la descalificación. Tenemos un problema de educación porque estas cosas se aprenden en la escuela y en la familia cuando uno es pequeño. Pero está claro que no hay interés. Los nacionalismos tienen su toque populista. Las agresiones centralistas o las veleidades separatistas tienen mucho más tirón que tener que hablar de los problemas reales. Un buen exabrupto nacionalista tapa cualquier cosa sin problemas. Es fácil.

Es un problema estructural. No tiene solución y por eso he decidido exiliarme a algún sitio donde pueda ser espectador y no actor. Supongo que con el tiempo terminaré por involucrarme y, allá donde sea, me volverá a pasar lo mismo. Entonces volveré a emigrar y me convertiré en un nómada apátrida. Eso sí, llevaré a mis espaldas toda mi cultura y la de todos aquellos sitios por los que haya pasado y me dedicaré a repartirla a todo el que la quiera conocer.

Afortunadamente, aún florecen rosas en este país. Con esto del Twitter me he vuelto seguidor de Antón Losada. Con el me rio unas cuantas veces al día. Comparto algunas de sus ideas, no todas, pero no pasa nada. No me gusta leer a gente que sea un clon de mi pensamiento. En la diversidad está la riqueza. Pues bien, Antón, gallegista donde los haya, ha comenzado a escribir algunas entradas de su blog en castellano para que muchos solo-castellano parlantes podamos leerlo con más facilidad. Un aplauso Antón. A ver si con tu ejemplo conseguimos que el jardín se nos llene de rosas y los cardos borriqueros desaparezcan para siempre.

lunes, 18 de abril de 2011

Twitter o la Pérdida de los Papeles

La inmediatez de Twitter tiene sus inconvenientes. Todo se escribe sobre la marcha, siempre en tiempo real y, a veces, sin reflexionar sobre el hecho de que todo lo que se escribe queda grabado para siempre. A mí me pasó el otro día, ví un tuit que le enviaban a mi fascinante Pedro J y los dedos se me fueron solos sin que la contestación que escribí pasase siquiera por mis neuronas. Inmediatamente quedé incorporado a esa categoría denominada Trolls cuya principal característica es la de emitir comentarios descalificantes contra todo aquél con el que no están de acuerdo. La existencia de estos trolls ha llevado a que determinados personajes famosos hayan decidido abandonar Twitter como es el caso de Buenafuente quien, después de su entrevista a la ministra Sinde, debió recibir una avalancha de comentarios completamente fuera de tono por no haber sido lo suficientemente incisivo con ella. Si un tuitero conocido como es el caso de BF debe ser capaz de soportar estas situaciones es una cosa para discutir en ese momento. En mi caso con Pedro J. e intentando que sirva como excusa, lo mío fue bastane mas light. Alguien le sugirió a Pedro J que por qué no se tomaba un día de vacaciones para disfrutar de la vida y descansar. Pedro J. contestó que no necesitaba hacerlo, que él disfrutaba de todos los días de su vida. Ahí es donde mis dedos tomaron vida propia y escribieron una contestación que decía que, entonces, por qué no se tomaba un día de vacaciones para que pudiésemos descansar los demás. En fin, mi comentario no pretendía ser ofensivo y era una forma más o menos metafórica de sugerirle que bajase un poco el tono de su estilo periodístico. Que Pedro J. me tenga cautivado no significa, en absoluto, que comparta la forma en la que desarrolla su actividad periodística y su contribución a la tensión permanente en la que vivimos en nuestro país.

Sin embargo, cuando decidí escribir sobre la pérdida de los papeles no estaba pensando en mí mismo sino en Carlos Carnicero. Carlos, periodísta con una larga experiencia profesional a sus espaldas, cayo atrapado por la inmediatez de Twitter cuando después de que alguien le llamase "requeté", haciendo referencia a su pasado, contestó con un insulto completamente fuera de sentido al padre de su interlocutor. La verdad es que cuando lo leí me quedé pasmado. El mensaje era más propio de un Troll que de un periodísta experimentado como él. Después intentó excusarse pero ahí de nuevo y para mi gusto, no lo hizo con la suficiente elegancia. Se disculpó pero recordando insistentemente que su interlocutor no se había excusado por haberle llamado "requeté" a él. -No quiero entrar en la polémica de cuál de los dos insultos era peor, pero las disculpas nunca son disculpas si van condicionadas.

Antes de enviar un mensaje, Twitter debería incluir un mensaje de confirmación que dijese algo así como "Está Ud. seguro de que quiere enviar este Tuit y ha analizado las consecuencias de que lo que Ud. diga va a quedar por escrito y va a ser leído por varios miles o, incluso, millones de personas? Está Ud. seguro de que lo que dice no va a comprometer su reputación en el futuro? [Aceptar][Cancelar]

Saludos

jueves, 14 de abril de 2011

Twitter o El Poder y la Gloria

Cuando abrí el blog hace unos días mi intención era hablar de temas de todo tipo. Sin embargo, va camino de convertirse en un blog monotemático dedicado a Twitter. He caído en las garras de esta herramienta de comunicación que me tiene fascinado y cautivado.

Es imposible establecer patrones de comportamiento en Twitter. Hay millones de personas e intentar agruparlas a todas en un conjunto limitado de perfiles sería imposible así que, vaya por delante, ni de lejos quiero afirmar que todos los usuarios de Twitter responden a lo que contaré a continuación. Y antes de proceder, otro disclaimer (odio los anglicismos pero mis neuronas están espesas por el catarro y no me viene la palabra en castellano), yo mismo soy usuario de Twitter así que todo lo que diga referido a este colectivo se puede aplicar, letra a letra, a mí mismo.

Agradezco a Graham Green que me preste el título de su libro El Poder y la Gloria para ilustrar dos formas muy definidas de intervenir en Twitter. Por un lado tenemos el lado de El Poder que tiene como más claro exponente (de entre lo poco que he podido sumergirme en este mundo) en Pedro J. Cuando leo los mensajes del responbable de El Mundo me lo imagino como un marionetista que mantiene en su mano a una legión de tuiteros. Hace preguntas, publica las contestaciones que quiere, no siempre todas a su favor, hay que dar una de cal y una de arena, hay que demostrar que se está por el fair play. Pedro J. es un monstruo, un maestro de la manipulación sea cual sea el medio que utilice y le pido disculpas si es que este comentario le parece parece ofensivo. Si sirve de enmienda, indicaré que lo cierto es que tengo un toque de fascinación por él. Por otro lado, tampoco tengo muy claro si tengo que pedirle disculpas a él o a su cohorte de fieles seguidores que saltan al cuello de cualquiera que haga un comentario en su contra espetando a dejar de seguirle si es que no compartes sus opiniones. Pues va a ser que no, que no voy a dejar de seguirle, con independencia de que no comparta sus opiniones, no puedo dejar de estar al tanto de lo que dice uno de los personajes que mueve los hilos de este país, vamos, los hilos de El Poder.

En el otro lado, están los tuiteros que buscan La Gloria. Twitter permite enviar mensajes directamente a personajes muy conocidos como el inefable Pedro J. Si lo lee él o no o si su cuenta la maneja él o no, es lo de menos. Es muy fácil imaginarse a Pedro J. con su teléfono en la mano, leyendo el mensaje que TÚ le has enviado.Y quien dice Pedro J. dice cualquier otro personaje mediático: Bill Gates, Britney, Piqué, ... Pero cuando de verdad viene el momento de gloria es cuando el famoso de turno te cita o te retuitea. Bufff!!! A mí no me ha sucedido, pero debe ser la leche!!! No hay más que ver que cuando esto se produce, todos los amigos del citado o retuiteado empiezan a destacar este hecho: "Qué fuerte a @fulanito le ha retuiteado @famosillo". En fin, tampoco lo critico, simplemente lo comento. Twitter nos proporciona ese momento efímero de gloria que nuestro ego aprecia tanto.

Twitter da para mucho en cuestión de comportamientos. Como decía al principio, me tiene fascinado y mira que soy ingeniero y no psicólogo. De momento, lo dejo aquí por aquello de que el libro Cómo comenzar a escribir un blog en un par de tardes recomienda que las entradas sean cortas para que el lector no se aburra al segundo párrafo.

Saludos y buen día a todos.

martes, 12 de abril de 2011

Twitter o el Universo Paralelo

Hace poco, poquísimo más bien, que he aterrizado en Twitter. La cuenta la tengo hace más de un año pero no recuerdo muy bien por qué la creé porque ni me había molestado en seguir a nadie ni había escrito yo nada. Como decía tan sólo hace unos días me he sumergido en este mundo para descubrir que, realmente, no es un mundo virtual, es un "Universo Paralelo".

Yo no he hecho más que llegar así que supongo que aún me falta mucho por descubrir pero, aunque sólo he podido ver la punta del iceberg ya me ha parecido alucinante. Twitter es una fuente de información en tiempo real impresionante. El otro día, con el último terremoto de Japón, la información sobre el mismo se estaba transmitiendo mientras la tierra aún estaba temblando en aquel país. Otro ejemplo, hace ya casi media hora que he leído en Twitter que Hosni Mubarak ha sido entrevistado y ahora, un buen rato después, me acaba de llegar una alerta de la app de la CNN del iPhone. Pero este hecho es algo ya muy manido en los medios de comunicación y no es lo que me está cautivando de esta herramienta de comunicación.

Ayer, uno de los llamados trending toppics era la apertura de juicio oral contra Garzón por las escuchas de la trama Gürtel. A nadie le sorprenderá que uno de los más activos en el tema fuese el inefable Pedro J. Alrededor de los tweets y contratweets se produjo un rifi rafe entre el director de El Mundo e Ignacio Escolar de El Público, aunque no sé si la preposición "entre" es la más apropiada. Pedro J. empezó a twitear sobre el asunto, Escolar le respondió y Pedro J. le ignoró completamente. Pedro J. siguió twiteando sobre el tema, Escolar le respondió de nuevo y Pedro J. le ignoró sin piedad. Estaba claro que le estaba haciendo el vacio de una forma deliberada porque Pedro J. contestaba a mensajes de Escolar pero, en vez de hacerlo directamente, esperaba a que el comentario apareciese por otro lado para contestar. Era obvio que tenía la intención de humillarle, de, como se decía antes, "fustigarle con el látigo de su indiferencia". En fin, no es más que una anécdota pero, para mí una buena muestra de lo que es este medio. Por un lado, un twitero -Pedro J.- que lo maneja como un maestro y por otro, otro twitero que se mostraba como un aprendiz a su lado. El mundo exterior a twitter permaneció completamente ignorante de esta polémica. Tampoco es nada serio, seguramente todos pueden sobrevivir sin estar al tanto, pero a mí me dió la sensación de que con el paso del tiempo estar fuera de Twitter puede llegar a signficar estar fuera de la pomada. Twitter, en mi opinión, se va a convertir en una herramienta extraordinariamente potente de creación de opinión y parece que hay alguien que lo ha entendido así y ha decidido apostar fuerte para ganar. En fin, que ya se que suena a agorero, pero Twitter y el resto de las redes sociales, pero sobre todo Twitter, pueden llegar a marcar la frontera del nuevo analfabetismo. Estoy empezando a coger gusto por lo de enviar mensajes y leer los de los demás y aunque reconozco que tampoco tengo muy clara su utilidad, hay que estar.

Twitter permite interacciones que serían impensables con otros medios de comunicación. En medio de la polémica entre estos dos señores, a quienes no conozco y seguramente no conoceré nunca, le envié un mensaje a Escolar dándole mi opinión sobre el castigo al que estaba siendo sometido. Más tarde otro twitero publicó un mensaje dirigido a los dos poniendo también de manifiesto esta situación. No sé si Escolar reflexionó él sólo o si lo hizo por los comentarios recibidos -seguramente además del mío le llegarían de otras muchas personas- pero lo cierto es que cejó en su empeño de intentar un cuerpo a cuerpo que Pedro J. no estaba dispuesto a concederle. Esto en el mundo real habría sido imposible o habría tardado días o meses a través de columnas en los periódicos y cartas al director-versión papel u on line es igual-. En Twitter sucedió en cuestión de horas. Es otra velocidad, el mundo se mueve a otro ritmo en Twitter.

lunes, 11 de abril de 2011

Yes we can!

Ya sé que suena muy cursi apropiarme del lema de Obama pero hoy necesitaba decirlo. El otro día leía un hilo de discusión en LinkedIn sobre la exclusión de los mayores de 45 años de la vida laboral. Se había abierto para debatir la necesidad de combatir ese hecho que, en la práctica, supone que todo aquel que se quede sin trabajo alrededor de esa edad ya no tendrá casi posibilidades de trabajar por cuenta ajena por impresionante que sea su curriculum. También de que las empresas aplican cortes de edad cada vez más bajos para reestructurar sus plantillas.

Yo, como suele ser habitual en mí, intervine para llevar la contraria. Bueno, no para llevar la contraria sino, más bien, para comentar el asunto desde una perspectiva diferente. Mi comentario iba en el sentido de que no sólo hay que trabajar en este sentido sobre las empresas para que no apliquen esta práctica a todas luces injusta sino también sobre los individuos para que estén en condiciones de desarrollar su actividad profesional con independencia del tipo de relación que le una a la empresa para la que trabaja. Sea laboral, mercantil o de otro tipo, si es que existe, qué más da. Hay que trabajar sobre la meritocracia y sobre la experiencia profesional de las personas. Infundir la capacidad de tener iniciativa, espíritu de emprendimieto y, sobre todo, confianza en uno mismo porque es lo que, al final, ayuda a pegar el salto.

A pesar de esta vehemencia con la que lo digo, yo mismo he tenido muchas dudas sobre ello. Por razones que no vienen al caso, mi carrera profesional ha sido una mezcla de relaciones laborales y mercantiles con diferentes empresas. Durante las etapas de relación mercantil he sabido de lo duro que es enfrentarse a grandes organizaciones intentando ser considerado para realizar determinados trabajos. Incluso, diría que, a veces me he podido llegar a sentir humillado por gente que atendía mis llamadas mientras yo era un ejecutivillo con coche de empresa y secretaria, pero que de pronto se olvidaba de mí cuando mi empleador no era otro que yo mismo. Pero utilizando un anglicismo, todo tiene su pay back, toda inversión tiene su retorno. Son muchos años intentando ser lo más honesto desde el punto de vista profesional y personal que he sabido ser y, al final, llegan los resultados. No puedo dar más detalles, al menos en público, pero hoy un grupo de profesionales de esos que las grandes organizaciones excluyen, hemos conseguido un hito que muchas empresas mucho mas grandes querrían para sí. No podemos echarnos a dormir, es sólo el principio, pero nos insufla nuevas fuerzas para continuar en la faena.

El otro día en el post de LinkedIn yo hacía referencia a la necesidad de trabajar sobre las personas para que sean capaces de afrontar estas situaciones. Hoy también creo que es necesario trabajar sobre las empresas pero no sólo para que no despidan con el sólo criterio arbitrario de la edad sino también para que consideren que pequeños grupos de profesionales pueden aportar tanto o más valor que las grandes empresas. En mi caso, en lo tocante a la consultoría, las grandes compañías de nuestro país deberían ser capaces de ver que hay vida más allá de los McKinseys, BCG, Accentures, PwC.... Siempre se dijo que a nadie le habían despedido por contratar a IBM pues bien, con mi respeto hacia el Big Blue, fuera de allí también hay gente con un gran valor y lo que debemos es ser capaces de, valga la redundancia, ponerlo en valor.

Hoy he tenido la demostración empírica de que esto es posible.

La representación de los ciudadanos en el siglo XXI

El otro día tuve una discusión interesante con mi cuñada sobre el modelo de representación de los ciudadanos en el que los mecanismos de comunicación permiten una inmediatez que, a mi modo de ver, no encaja con el hecho de que los ciudadanos sólo podamos decidir cada cuatro años sobre quién queremos que nos represente. Mi cuñada, profesora de ciencia política, y con una actividad muy relacionada en la actualidad con el tema en cuestión tenía todas las de ganar pero, sinceramente, creo que me defendí bastante bien. Sin embargo es un tema realmente complicado. Hoy leyendo la noticia sobre el referendum de Islandia he vuelto a pensar en el asunto.

Nuestra animada conversación, que además tuvo unos cuantos asistentes de lujo pero de los que no voy a hablar para no desviarme del tema, comenzó cuando yo empecé a cuestionar por qué los ciudadanos sólo podemos opinar cada vez que hay unas elecciones (lo de los referendums no se lleva en este país). Yo hacía referencia a que, por ejemplo, ninguna de las medidas que el gobierno ha tomado para salir de la crisis estaban en su programa electoral y, en consecuencia, ninguno de sus votantes les había dado su confianza para que, por ejemplo, nos hayan subido el IVA del 16 al 18% o que estén retrasando la edad de jubilación hasta los 67 años. No, nadie nos habló sobre ese tema. Para mí, en ell mundo actual, en el que las formas de comunicación han evolucionado como lo han hecho, carece de sentido que las legislaturas duren cuatro años o que, al menos, no existan mecanismos por los que el partido en el gobierno tenga que ir validando que las medidas tomadas son las que su electorado desea. Mi cuñada por el contrario, estaba convencida de que este periodo es necesario para darle estabilidad a los gobiernos y que, a veces, el electorado no está preparado para tomar determinadas decisiones... en este punto es donde saltó la polémica porque mi contestación es que entonces esto se trata de una "democracia tutelada", una vuelta al despotismo ilustrado en el que todo se hace por el bien del pueblo pero sin consultarle... por si acaso. La discusión estuvo entretenida aunque, como no podía ser de otra forma, no llegamos a ninguna conclusión.

Yo, a pesar de considerar que mi voto en unas elecciones no puede ser considerado como una patente de corso para que el gobierno haga lo que quiera, debo reconocer que también tengo alguna duda al respecto. El caso de Islandia es una muestra de ello. Reconozco que no estoy bien empapado de los detalles, pero en un referendum se ha echado abajo un acuerdo de su gobierno con Inglaterra y Dinamarca. El problema es que esa medida puede ser muy impopular entre los ciudadanos pero seguramente necesaria para el país. Si no se ofrecen garantías jurídicas a los inversores en un país ¿quién va a querer invertir en el mismo? Seguramente a los islandeses no les hace ninguna gracia hacerse cargo de las deudas de sus bancos pero es como cuando tu hijo hace una pifia, no te gustará, pero te toca asumir las consecuencias. Sin embargo, no es mi objetivo discutir sobre si el resultado del referendum de Islandia es el correcto o no sino el hecho de que dar una mayor capacidad de decisión a los ciudadanos puede ser realmente difícil... pero no imposible. En la Edad Media, los reyes "consultaban" a sus nobles sus decisiones para luego hacer lo que querían en función de sus intereses y no tenía ningún sentido que le preguntasen al pueblo si querían una guerra contra el estado de al lado porque, seguramente, la mayor parte de ellos ni sabían que había un país al lado. Las cosas han cambiado, ahora el pueblo está más formado y tiene mucha más capacidad para la toma de decisiones con más frecuencia que los cuatro años de marras y las tecnologías lo permiten. Por otro lado, decir que el pueblo no está capacitado para hacerlo, aunque me suscita dudas, me lleva inmediatamente a la pregunta de si acaso los políticos lo están.

Administración digital, democracia electrónica... las iniciativas actuales sólo buscan hacer virtualmente lo que ya hacemos en el mundo real. La tecnología nos permite no sólo eso sino cambiar todo el modelo. ¿Alguien se atreve a meterle mano al asunto? No esperemos que sean los políticos porque ellos están muy cómodos con su status quo actual.

Este tema da para mucho y me saldría un post demasiado largo así que de momento lo dejo aquí. Con un apunte final, no sólo creo que la democracia pueda mejorar con mejores formas de comunicación entre el estado y sus ciudadanos gracias a la tecnología. También creo que otras medidas ayudarían a ello como las circunscripciones unipersonales o las listas abiertas... pero eso también da para mucho así que ya me meteré con ello otro día.

Saludos,

viernes, 8 de abril de 2011

El iPhone que cambió mi vida

Durante 3 años he tenido una Blackberry. Desde hace unos meses tengo un iPhone. Ambas con el mismo operador. No hay color.

Durante los 3 años que ne tenido la BB he podido disfrutar de lo desesperantemente lenta que era su conexión a internet. De lo mal que se actualizaba la posición del GPS lo que hacía que muchas veces me saltase la calle por la que tenía que girar. Durante una temporada lo usaba para jugar al ajedrez donde no soy un maestro pero me entretengo un poco. Sin embargo, la aplicación que me había descargado se perdió cuando tuve que cambiar de aparato por avería (invento infernal el de la bolita que, afortunadamente para ellos, ya ha eliminado) y cuando me la quise descargar de nuevo ya no estaba disponible en versión gratuita. No la descargué porque el procedimiento era farragoso, tenía que dar mi tarjeta de crédito y no me apetecía nada, así que pasé. Sí debe reconocer que el correo sincronizaba bastante bien igual que los contactos o la agenda. Sin embargo, por algún motivo desconocido algunos mensajes desaparecían o de pronto se me volvían todos como no leídos. En su favor diré que, al final, le cogí cierto gusto a su teclado pero vamos, que mi experiencia de usuario no fue excesivamente satisfactoria.

A finales del año pasado, once again, mi Blackberry se estropeó. Seguramente por culpa mía que le dí algún golpe pero el caso es que dejó de sonar el timbre y de vibrar así que era imposible cuándo me llamaba alguien salvo que estuviese constantemente mirando la pantalla del aparatito. Fue entonces cuando, por primera vez, aunque parezca raro, cayó el iPhone de un amigo en mis manos. Estuve jugando con él un rato y desde el primer momento ya me cautivó. Yo siempre he sido de la órbita de MS y el entorno tan cerrado de Apple no me había atraído nunca. A pesar de conocer la Apple-manía, lo cierto es que nunca me había sentido interesado por sus productos.

Por hacerlo corto y saltándome lo que fue conseguir el aparato y mis interacciones con un par de operadoras que son dignas de otra entrada en el blog, al final me hice con un iPhone4 de 32M.  Y bueno, pues qué decir, que entiendo el éxito de este bicho porque yo podría llegar a afirmar que ha cambiado mi vida. A ver, no me refiero de una forma radical, no he dejado mi trabajo, ni me he vuelto un artista, sigo siendo el mismo consultor aburrido de siempre ;-) pero sí que ha conseguido que haga cosas que no habría hecho de no tener el aparato conmigo.

Primero, ha conseguido que de forma regular compre software. El modelo de la Apple Store me parece muy bueno, tan bueno, que me sorprende que no haya salido ningún otro intentando emularlo (si ha salido disculpen mi ignorancia). Yo he tenido comportamientos mixtos en cuanto a esto de comprar software se refiere y no digo más porque a buen entendedor pocas palabras bastan. El iPhone y la Apple Store han conseguido que, a pesar de la posibilidad de hacerle "jailbreak" al aparato para no tener que pagar por las aplicaciones, no me plantee hacerlo. Ya tengo mi juego de ajedrez por el que esta vez y a diferencia de la BB sí que he pagado. He descargado un montón de juegos para los que, después de probar la versión gratuita, me he descargado la de pago. Tengo otras aplicaciones que, si bien están disponibles en otras plataformas, como el Whatsapp que utilizo de forma habitual. El bicho éste ha cambiado mi forma de interactuar con determinadas personas. Incluso, ha conseguido que establezca algún contacto que, de otra forma no se habría producido nunca (y no me refiero contactos virtuales sino de carne y hueso). Ya he decidido que era tiempo de aterrizar el el mundo de las comunicaciones 2.0. Tengo cuenta de Twitter desde hace más de un año pero sólo ahora he empezado a emplearla de forma habitual. Lo mismo con el Facebook, si publico algo, aunque aún poco, la mayor parte de las veces es porque tengo el juguete en mis manos. En fin, que el iPhone ha cambiado mi vida.

Al final, la BB la utilicé, en la mayor parte de las ocasiones, sólo como teléfono. El iPhone a veces lo utilizo para llamar... pero bueno esto ya lo advirtió Steve Jobs: "es un dispositivo que, además sirve para hablar por teléfono".

Lo dicho, no hay color!!!

Saludos

martes, 5 de abril de 2011

El juego de la innovación

Está de moda lo de innovar. Cuando vemos el mundo que nos rodea parece y nos fijamos en Twitter, Facebook, Apple y su iPhone4,... nos entra una sana envidia de querer hacer nosotros lo mismo en nuestras empresas. En tiempos de crisis nos gustaría ser una de estas organizaciones o individuos que tienen una idea fantástica y suben como la espuma. Sin embargo, si uno lo analiza más fríamente, llegará a la conclusión de que es casi como una lotería. Gente teniendo nuevas ideas las hay por cada esquina. Ideas que finalmente tienen éxito... se pueden contar con los dedos de una mano. Vamos que es como la primitiva que muy poquitos ganan muchísimo, unos cuantos ganan una cantidad importante, unos cuantos más se llevan un buen pellizco, un grupo mucho más numeroso recupera lo que jugó, pero, la inmensa mayoría lo pierde todo. El símil de los juegos de azar me gusta porque tiene muchas coincidencias con el entorno de la innovación:
  • Hay una parte de la población que nunca juega. Igual que las empresas que no invierten en innovación, nunca les tocará nada.
  • Hay una parte de la población que se juega hasta la camisa. Hay que apostar por la innovación pero no tanto como para poner en riesgo el futuro de nuestra empresa.
  • Uno juega para ganar -ya, aquello de para pasar el rato es un tópico-, pero no lo considera nunca como la única forma de ingresos. Hay que dedicarse a innovar pero no se pueden descuidar otras líneas de gestión de las empresas: mejoras de eficiencia, búsqueda orgánica de nuevos clientes, etc. etc. etc.

Pero sin embargo hay una diferencia fundamental: uno puede vivir sin jugar y hacerlo relativamente bien a través de su trabajo. Las empresas, en el entorno ultra-competitivo en el que vivimos, no pueden permitirse permanecer sin apostar por la innovación. El entorno está en constante cambio. Grandes empresas desaparecen y otras nuevas emergen de la nada. Otras, al menos de momento, permanecen. El juego de la innovación es necesario para sobrevivir. Para estar, al menos, entre el grupo de empresas a las que sólo les tocan premios menores que pueden reinvertir para intentarlo de nuevo.

La innovación tiene, desde mi punto de vista, una muy importante componente de azar: acertar con la idea correcta, en el momento correcto, en el lugar oportuno. Pero, volviendo al símil del juego, uno puede ganas más al black jack si tiene práctica y controla las cartas que han salido, las probabilidades de que salgan las que faltan, que si no lo hace. En el juego de la innovación sucede exactamente lo mismo: los resultados son inciertos siempre, pero serán normalmente mejores si uno introduce algún tipo de sistemática en ello.

Bueno, esto de la innovación da para mucho así que ya seguiremos hablando.

javier
@caldroux

Llegó Caldroux

No, no me apellido Caldroux aunque, lo cierto, que me encantaría. Caldroux era mi tatarabuelo así que no usurpo nada que no me corresponda, pero por aquello de las precedencias de género a la hora de asignar los apellidos ser perdió, parece, que para siempre. No hay casi referencias a los Caldroux. Una en un repertorio de catálogos de exposiciones colectivas en Cataluña publicado en 2002 en el que aparece en el Catálogo de la II Exposición General de Bellas Artes, del Ayuntamiento Constitucional (sic) de Barcelona en 1894 una tal Juana Baudevin Caldroux, la hermana de mi bisabuela Blanca. Otras son varias referencias en periódicos de hacia 1860-1870 en el que se habla de un Caldroux que tenía una peluquería en el nº 34 de la calle Montera. A partir de ahí nada más. En fin, que me gusta el apellido y he decidido utilizarlo como nombre de batalla. Que hago aquí? No lo sé. Opinar de aquello que me apetezca que para eso existen los blogs. Qué méritos tengo para que mis opiniones sean sostenibles: tener más de 20 años de experiencia profesional en un número de empresas superior a la media habitual, haber sido trabajador autónomo y haber puesto mi propio negocio en marcha, realizar mis pinitos en la política para conocer qué se cuece desde dentro y poder quejarme con la autoridad de haber intentado hacer algo,... Son irrefutables mis opiniones: no. Simplemente son mías. Si el que las lea está de acuerdo pues muy bien. Si no lo está, discutamos, debatamos, que es divertido y enriquecedor. Si al final nos ponemos de acuerdo, muy bien, si no, pues casi mejor porque tendremos espacio para seguir discutiendo y debatiendo. Sobre qué opino: sobre lo que me apetece en cada momento. Sé que así muchos seguidores no conseguiré (conseguiré al menos uno?) pero tampoco es mi objetivo lo que no está reñido con la vanidad de que me encantaría tenerlos. Temas: tecnología, gestión empresarial, innovación, política, deportes, .... cualquiera vale. En fin, que por n-aba vez, comienzo un blog. A ver si ésta es la buena.

javier
@caldroux