Hace poco, poquísimo más bien, que he aterrizado en Twitter. La cuenta la tengo hace más de un año pero no recuerdo muy bien por qué la creé porque ni me había molestado en seguir a nadie ni había escrito yo nada. Como decía tan sólo hace unos días me he sumergido en este mundo para descubrir que, realmente, no es un mundo virtual, es un "Universo Paralelo".
Yo no he hecho más que llegar así que supongo que aún me falta mucho por descubrir pero, aunque sólo he podido ver la punta del iceberg ya me ha parecido alucinante. Twitter es una fuente de información en tiempo real impresionante. El otro día, con el último terremoto de Japón, la información sobre el mismo se estaba transmitiendo mientras la tierra aún estaba temblando en aquel país. Otro ejemplo, hace ya casi media hora que he leído en Twitter que Hosni Mubarak ha sido entrevistado y ahora, un buen rato después, me acaba de llegar una alerta de la app de la CNN del iPhone. Pero este hecho es algo ya muy manido en los medios de comunicación y no es lo que me está cautivando de esta herramienta de comunicación.
Ayer, uno de los llamados trending toppics era la apertura de juicio oral contra Garzón por las escuchas de la trama Gürtel. A nadie le sorprenderá que uno de los más activos en el tema fuese el inefable Pedro J. Alrededor de los tweets y contratweets se produjo un rifi rafe entre el director de El Mundo e Ignacio Escolar de El Público, aunque no sé si la preposición "entre" es la más apropiada. Pedro J. empezó a twitear sobre el asunto, Escolar le respondió y Pedro J. le ignoró completamente. Pedro J. siguió twiteando sobre el tema, Escolar le respondió de nuevo y Pedro J. le ignoró sin piedad. Estaba claro que le estaba haciendo el vacio de una forma deliberada porque Pedro J. contestaba a mensajes de Escolar pero, en vez de hacerlo directamente, esperaba a que el comentario apareciese por otro lado para contestar. Era obvio que tenía la intención de humillarle, de, como se decía antes, "fustigarle con el látigo de su indiferencia". En fin, no es más que una anécdota pero, para mí una buena muestra de lo que es este medio. Por un lado, un twitero -Pedro J.- que lo maneja como un maestro y por otro, otro twitero que se mostraba como un aprendiz a su lado. El mundo exterior a twitter permaneció completamente ignorante de esta polémica. Tampoco es nada serio, seguramente todos pueden sobrevivir sin estar al tanto, pero a mí me dió la sensación de que con el paso del tiempo estar fuera de Twitter puede llegar a signficar estar fuera de la pomada. Twitter, en mi opinión, se va a convertir en una herramienta extraordinariamente potente de creación de opinión y parece que hay alguien que lo ha entendido así y ha decidido apostar fuerte para ganar. En fin, que ya se que suena a agorero, pero Twitter y el resto de las redes sociales, pero sobre todo Twitter, pueden llegar a marcar la frontera del nuevo analfabetismo. Estoy empezando a coger gusto por lo de enviar mensajes y leer los de los demás y aunque reconozco que tampoco tengo muy clara su utilidad, hay que estar.
Twitter permite interacciones que serían impensables con otros medios de comunicación. En medio de la polémica entre estos dos señores, a quienes no conozco y seguramente no conoceré nunca, le envié un mensaje a Escolar dándole mi opinión sobre el castigo al que estaba siendo sometido. Más tarde otro twitero publicó un mensaje dirigido a los dos poniendo también de manifiesto esta situación. No sé si Escolar reflexionó él sólo o si lo hizo por los comentarios recibidos -seguramente además del mío le llegarían de otras muchas personas- pero lo cierto es que cejó en su empeño de intentar un cuerpo a cuerpo que Pedro J. no estaba dispuesto a concederle. Esto en el mundo real habría sido imposible o habría tardado días o meses a través de columnas en los periódicos y cartas al director-versión papel u on line es igual-. En Twitter sucedió en cuestión de horas. Es otra velocidad, el mundo se mueve a otro ritmo en Twitter.
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